También los votantes deben tener cintura

Madrid

Cuentan las crónicas de quienes presenciaron el singular acontecimiento, que Aznar y Rajoy estuvieron fríos en su encuentro de ayer. ¿Nos lo dicen o nos lo cuentan? ¿Es que acaso recuerda la memoria algún evento en el que el ex presidente Aznar estuviera cálido, entrañable, cercano o cariñoso? Ayer pidió, al parecer, nuevos liderazgos, mientras el aún presidente del Gobierno miraba con mucha atención la lámpara que tenía enfrente, dado que no tenía la menor intención de hacer caso a su antiguo mentor.

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Mientras, habrá que esperar a ver qué sale del encuentro Sánchez-Iglesias, si es que sale algo. Han sido muy duros estos meses, y ambos políticos nos perdonarán si mantenemos una actitud más bien escéptica ante la entrevista. Hay demasiadas cosas sin aclarar, demasiadas jugadas a demasiadas bandas como para confiar en una salida a este agobiante atasco que vivimos desde diciembre.

En cualquier caso, deberíamos quitarnos algunos miedos, y aceptar, por mucho que cueste a algunos, que cualquier gobierno posible -y tampoco hay tantas variantes- será inevitablemente de consenso y tendrá que pasar por pactos y acuerdos que exigirá cintura a los protagonistas, pero también a los militantes de los partidos e incluso a sus votantes. No exijan demasiada pureza. Solo pidan, como mucho, que el mestizaje reúna lo mejor de cada casa.

Y ya se pueden dar con un canto en los dientes.