Se sabía. Ocurrió. Ocurrirá

Madrid

El Gobierno español ha comunicado a la Comisión que puede acoger de manera inmediata a 87 refugiados de los que estén ya en Grecia. La cifra parece absurda, ¿porqué 87 y no 90 o 100? Pero sobre todo parece ridícula a la vista del volumen de la crisis humanitaria que se está viviendo en el Mediterráneo.

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Ayer mismo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados anunció que, según testimonios fiables recogidos entre los supervivientes, hasta 500 personas se ahogaron hace menos de cuatro días entre las costas de Libia y de Italia al naufragar una embarcación abarrotada que intentaba recoger a quienes viajaban en otra, más pequeña, que estaba haciendo aguas. Se trata de hombres, mujeres y niños, que huían, sobre todo, de Somalia, Eritrea y Sudan y que habían partido de un puerto egipcio.

El naufragio, una de las mayores catástrofes de esta larga lista de desastres, está rodeado aún de múltiples incógnitas. ¿Por qué se ha tardado tanto en confirmarlo si ya el lunes fuentes de Somalia anunciaron que más de doscientos somalíes viajaban en el barco hundido? ¿Si el barco naufragó, según Naciones Unidas, entre la costa libia y la italiana, porque los supervivientes han sido trasladados a Grecia? Las incógnitas no ocultan una evidencia: los acuerdos entre la Unión Europea y Turquía para cerrar la ruta a Grecia están haciendo que los refugiados busquen rutas más largas y más peligrosas para llegar a Europa. Se sabía que iba a suceder. Sucedió. Sucederá de nuevo.