"No es una cuestión de edad, ni de cuerpo, sino de sentimiento"

El Día Internacional de la Danza fue establecido por la Unesco el 29 de abril de 1982 (este 2016 se adelanta al 24 de abril coincidiendo con el fin de semana). Esta fecha conmemora el nacimiento, en 1727, de Jean-Georges Noverre, bailarín y maestro considerado el creador del ballet moderno.

"La danza es belleza", así describe Coby lo que para ella significa bailar. Tiene 42 años, y sólo lleva tres meses dando calses en la escuela Factory Ballet de Madrid. 

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Y es que para bailar no hay edad, ni tampoco cuerpo. "A mí la danza me ayuda a pensar, a educar mi cabeza. Me ayuda a concentrarme a colocar mi mente mientras me concentro en la música. La danza es belleza", asegura Coby.

Al entrar en la sala, llena de espejos, encontramos bailarines de todas las edades. Con mayor o menor experiencia, más jóvenes o más mayores, pero todos con una misma pasión: la danza. "Es una manera de vivir, pero siempre hay que tratarla con cariño y con respeto. Nunca hay que perderle el respeto a la danza, porque podría aparecer la frustración y la desgana". Ramón tiene 23 años, lleva desde los cinco bailando. Una vida dedicada a la danza con muchos sacrificios hechos. "Me fui de mi casa, de Albacete, hace muchos años porque allí no había futuro. Y es que la danza, como el arte en general y el mundo de la cultura en particular, está atravesando una época muy mala", dice Ramón. "Yo me dedico profesionalmente a ello, trabajo en una fundación que se dedica a enseñar danza a todo el mundo, porque no hay edad, no hay cuerpo, sólo tú, tus ganas y tus propios límites", explica Ramón.

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No todos los bailarines comienzan a bailar de niños. Cristian tiene 30 años, empezó cuando tenía 19. Es de Ecuador, pero fue en Italia donde sintió el amor por la danza. "Todo el mundo puede bailar, sin obligar. Yo tuve que dejarlo porque me lesioné varias veces. Pero he sabido enfocar mi pasión en la enseñanza. Esto requiere de disciplina, pero cuando empiezas, si te lo tomas con calma, puedes llegar a convertirte en un profesional", explica. "Tenemos alumnos de todas las edades, desde los cinco años hasta los sesenta. Y el caso de una alumna adolescente que lleva poco tiempo bailando, pero creo que en tres años podrá estar en una compañía", dice Cristian. Ahora dirige la escuela Factory Ballet impartiendo clases a bailarines de todas las edades, también forma parte de una compañía.  Aunque empezó tarde, Cristian es uno de los ejemplos de los que podemos decir querer es poder.