Se acabó el cuento

Madrid

Se acabó el cuento o el cuento empezó acabado. De eso irán las próximas elecciones generales en España. De una masa de independientes que voten de acuerdo a sus impresiones sobre la negociación. Y no se notará mucho, porque esa especie ya no va quedando en stock.

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Independientes, lo que antes se conocía como indeciso. Esa figura poética por la que se hacen encuestas y campañas electorales. Quiero decir el votante no convencido ni ortodoxo de un partido, ese votante que está siempre atento al último grito en ideología y que ha tenido en las últimas semanas un escenario privilegiado para ir cambiando el voto casi cada hora.

La España en funciones ha fracasado porque estaba más pendiente de sus votantes que de sus indecisos. Y cuando se exigen sacrificios tremendos, entre ellos ir contra tu propia clientela, normalmente la política española no está a la altura. El ejemplo de Pedro Sánchez: fue valiente en las distancias cortas, pactando con Ciudadanos en contra de su votante más ideologizado, pero no en las largas: desvincularse de la vieja guardia de su partido para intentarlo solo con la izquierda, que era la única forma de cerrar un acuerdo. Y cito a Sánchez porque fue el que más se movió, el que asumió el riesgo de formar gobierno.

Ayer había una persona feliz, Mariano Rajoy. Una vez le entrevisté cuando era líder de la oposición. Le dije que aquel era un trabajo muy ingrato: cuanto peor le fuese a España mejor le iba a ir a él. Reconoció que era así. Cinco años después ha batido todos los registros: como presidente del Gobierno, cuanto peor le vaya a España, mejor le va a él. Es un ídolo.