Ya me he casado. Y ahora, ¿qué puedo hacer con el vestido?
La opción de guardarlo con sumo cuidado en una caja ya no es la única. Empiezan a surgir ideas y tendencias nuevas (y no tan nuevas) para darle una segunda vida al traje de boda
Madrid
Pongámonos en situación: estoy recién casada. La euforia del banquete se ha terminado, me he ido de luna de miel con mi estrenado marido y estamos en pleno proceso de comer perdices. Hay que volver al día a día, y poner orden en el ajuar de la boda. La pregunta de oro es qué hacer con él ahora que ya no lo necesito.
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Mucha gente lo lleva a la tintorería, consigue una caja generosa y lo guarda en el trastero por los siglos de los siglos; hasta que lleguen los hijos y los nietos a reutilizarlos. Es el caso de Ana. "Mi vestido era diseñado para mí y ahí sigue, encima de un altillo en un armario. Lo llevé a limpiar y todavía lo conservo en la misma caja que me dieron en la tienda". Mientras, otras soluciones se van haciendo hueco, sobre todo en la mentalidad de los prometidos más jóvenes, aunque no todas son nuevas:
Alquilarlo o venderlo
María vendió su vestido a una compañera de trabajo que se casaba justo después que ella. "A ella le encantó cuando me lo vio. Le dejé que se lo probara y, salvo un par de arreglos, le quedaba bien porque era más o menos de mi estatura, así que se lo vendí. Yo me quedé con los guantes de recuerdo". Su marido, Pedro, ni siquiera se compró el frac ni se lo hicieron a medida: directamente lo alquiló en una tienda especializada. "Era de chaqueta negra y pantalón a rayas finas grises".
La opción de alquilar o vender pasa incluso por compañías de teatro municipales y aplicaciones y webs de compra y venta de segunda mano. También existen ONG que alquilan o venden los trajes de gente que los ha donado y que destinan las ganancias a luchar contra la hambruna, contra la violencia de género o a favor de la escolarización de niños.
“Destroza tu vestido”
La tendencia Trash the Dress se ha puesto de moda, aunque parezca mentira por la traducción literal al castellano: vendría a significar “destroza tu vestido” –en inglés parece que suena más fino. La idea, que se le ocurrió a un fotógrafo estadounidense, consiste en realizar una sesión de fotos post-boda en la que no hay miedo: los trajes se ensucian con agua, barro, pintura, arena y todo recurso que el fotógrafo –y la pareja- tengan a mano. Huelga decir que la utilidad posterior del atuendo es nula.
Si cree que lo anterior se le va de las manos…
Siempre se pueden transformar los trajes para poder salir a la calle con ellos sin que desentonen. Desde teñirlos para llevarlos en cualquier celebración hasta cortarlos para hacer tops, cojines, manteles, pañuelos, guantes, bolsos, o incluso zapatillas.
Y, de poder casarse de nuevo... ¿lo haría igual?
Con tantas posibilidades para darle una vuelta al traje, y puestos a imaginar –siempre que no haya optado usted por la vía del Trash the Dress-, hay quien, de volverse a casar, lo haría igual que en el gran día: mismos invitados, mismo lugar, mismo menú y mismo gasto. A María, que lleva más de 60 años casada, le pasa. "Repetiría celebración porque no tuvimos mucha farándula". Y volvería a casarse con la misma persona "porque me pasó en brazos por la puerta del piso", recuerda risueña.
Ana también repetiría boda y estilo de celebración. "Lo único que cambiaría sería al cura, que no daba una. No se acordaba nunca de mi nombre".
Según la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes, el coste medio en España de la clásica boda para 100 personas se sitúa más allá de los 16.000 euros, siendo el banquete la mitad del desembolso; detrás va el gasto del ajuar de la novia y el traje del novio. La comunidad autónoma más cara para celebrar enlaces es Madrid, con un gasto medio de 21.000 euros. Le siguen Cataluña y la Comunidad Valenciana.
Aunque, a juzgar por los testimonios de nuestros protagonistas, parece lo contrario, la crisis ha hecho daño a las grandes ceremonias, y gracias a eso, el ingenio de prometidos, parientes y amigos ha resurgido. El Do It Yoursefl (hazlo tú mismo) está de moda. Pedro, el marido de María, no se arrepiente de haberse casado como lo hizo; de hecho, repetiría su enlace, pero no de la misma manera. "Los tiempos han cambiado. Ahora me casaría vestido de calle, con ropa un poco llamativa, pero ya está", zanja.