¿Nos pasamos de frenada?
Me asoma también por ahí la duda de si no estamos creando un modelo de relación excesivamente paternalista, dando por hecho que los ciudadanos no tienen criterio para adoptar decisiones que afectan a su propia salud
LA OPINIÓN DE FRANCINO | ¿NOS PASAMOS DE FRENADA?
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Madrid
El debate sobre los efectos nocivos que puede tener la publicidad en los hábitos sociales no es nuevo, pero hoy nos topamos con una historia que me llama poderosamente la atención; y quiero comentársela, a ver qué les parece. Miren, el alcalde de Londres ha decidido prohibir en las calles, en el metro y en los autobuses de la ciudad los anuncios que, según él, “promuevan una imagen poco realista y demasiado perfecta del cuerpo”. O sea, esos anuncios de chicas más o menos vestidas, o en ropa interior, luciendo tipo con una silueta siempre escultural, inmaculada; y suponemos que también se referirá a los anuncios de chicos musculosos exhibiendo torso. Sadiq Khan, el alcalde de Londres, ese hombre de origen pakistaní que fue noticia por su reciente victoria electoral, ha explicado los motivos de su decisión citando el ejemplo de sus dos hijas adolescentes; asegura sentirse preocupado por ellas, por lo que transmiten esos anuncios y por la frustración que les pueda generar. o sea, el mensaje parece ir claramente en la dirección de prevenir enfermedades como la anorexia; de la misma forma que el reino unido prohibió el año pasado anuncios sobre productos destinados a menores de 16 años con exceso de grasa, en ese caso para combatir la obesidad.
Y me quedo así pensando…y de entrada digo que sí, que todo me parece bien, porque tanto la obesidad como la anorexia son problemas demasiado serios como para no hacer todo lo posible para combatirlos. Y sin embargo –al menos en este caso de Londres- me asoma también por ahí la duda de si no estamos creando un modelo de relación excesivamente paternalista, dando por hecho que los ciudadanos no tienen criterio para adoptar decisiones que afectan a su propia salud, a su vida. Y sobre todo, pregunto, ¿eh?...si seguimos así, ¿dónde colocaremos los límites? No sé, no lo acabo de tener claro. Me gusta que se preocupen por mí, pero también me gusta sentirme libre. Y no me importa nada compartir con ustedes mis dudas.