El apretón de manos

Madrid

Hay un aspecto contradictorio en el ataque a Pedro Sánchez. Por un lado las encuestas lo hunden en el tercer lugar, por el otro tanto el PP como Podemos insisten en arrogarse la batalla por la presidencia del Gobierno. Es el ellos o nosotros con el que por ejemplo insiste hoy el diario ‘La Razón’: en el PP no se cae en la cuenta de algo. Si a Podemos lo presentan como un partido extremista y al mismo tiempo dicen que es su gran rival, se ponen como su némesis en la derecha y de paso se demuestra lo sabido: en el PP se puede salir del centro y no sabe a dónde se puede llegar. Depende del rival o de los intereses.

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El vídeo de Sánchez demuestra el aspecto contradictorio entre hacerlo de menos y querer convertirlo en racista. Mandar a Xavier García Albiol, el de ‘Limpia Badalona’, a llamar a alguien racista porque se limpia las manos después de dárselas a unos negros no es la estrategia de un partido tranquilo. Ni a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, con la que sueña Ciudadanos para investir presidenta: la moderada Cifuentes sacando conclusiones estratosféricas de un vídeo estúpido en el que un señor se limpia las manos.

Es la campaña de los ‘cicks’, la campaña de prestar atención con lo que sea. Pero el hecho del vídeo dice algo más: algo que se relaciona con el poder de las imágenes y la inteligencia del votante. La política, como el periodismo, no puede dedicarse a los porqués. A meterse en la cabeza de nadie, especialmente si es tu adversario, para modelarlo como racista, machista o lo primero que le salga de la cabeza al gurú de turno. La única conclusión evidente de las imágenes de Sánchez es que el racismo lo ve quien tiene ganas de ejercerlo, y cuando ven al candidato darle la mano a unos niños tienen el pensamiento de que sean negros como prioritario. De tal forma que cualquier perturbación de la escena lo primero a lo que se achaca es la raza.