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Cuando el dolor pasa a ser enfermedad

En España el 17 por ciento de la población adulta y un 37 por ciento de niños con edades comprendidas entre los 8 y los 16 años padece dolor crónico o agudo, según la Sociedad Española del Dolor

Identificar las causas y tratarlo es fundamental para mantener la calidad de vida. Hablamos con el doctor José Luis de la Calle, jefe de la Unidad del Dolor del hospital Ramón y Cajal, en Madrid. Llevan 25 años tratando a pacientes con dolores crónicos

El dolor crónico se convierte en una enfermedad / Cadena SER

Madrid

Una enfermedad puede provocar la aparición de un dolor crónico o agudo. Las Unidades del Dolor tratan de localizar qué lo provoca para mitigarlo y ayudar al paciente a mantener su calidad de vida.

QUÉ ES EL DOLOR CRÓNICO

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El dolor crónico tiene una definición cronológica. "Se establecen entre tres y seis meses para determinar si un paciente lo padece, aunque su definición última sería la de aquel dolor que acaba convirtiéndose en una enfermedad". El doctor José Luis de la Calle es el jefe de la Unidad del Dolor del hospital Ramón y Cajal, en Madrid, afirma que el dolor es una señal de alarma, "el cuerpo te avisa. El proceso que subyace al origen del dolor se cura. Después persiste el dolor, lo que denominamos 'dolor-enfermedad'". Los médicos saben anticipar, en función de la dolencia, qué pacientes van a desarrollar un dolor crónico o agudo. La Unidad del Dolor del Ramón y Cajal lleva 25 años tratando todo tipo de dolores: patologías de columna vertebral, patologías osteomusculares y dolores neuropáticos. "Trabajamos en equipo. Médicos de diferentes especialidades. Tratamos personas, el dolor crónico puede llegar a imaginarse porque un paciente puede tener un dolor que le limita en su vida personal o profesional. Eso puede afectar psicológicamente. Y también lo tratamos. Por supuesto, el problema físico es fundamental para la recuperación del paciente", explica el doctor de la Calle. Lo fundamental es comprender al paciente, "las personas se quejan, y lo hacen por algo. No hay que hacer distingos. Todos los dolores crónicos y agudos tienen tres componentes: la intensidad del estímulo, un componente cognitivo o qué puedo pensar yo sobre mi dolor, también interviene un componente sensitivo y un componente afectivo, es decir cómo afronto mi dolor", asegura. El dolor crónico se puede prevenir, "tratando el dolor lo más precozmente para atajarlo y evitar que se produzca una sensibilización y por tanto una cronificación del dolor".

Una enfermedad que causa dolor, sin más. Un dolor que no desaparece y puede llegar a condicionar la vida de una persona. Cinta tiene 32 años, a los 23 se le diagnosticó una enfermedad poco común denominada Neuropatia del Nervio Pudendo. "Sufría dolor al orinar durante un año y medio, las pruebas médicas descartaban que tuviera infección de orina. Sentía quemazón, algo que me impedía llevar una vida normal. Fui a mucho ginecológos, incluso a psicólogos. Al final, uno de ellos investigó y averiguó la enfermedad que padecía", explica Cinta. Su primer diagnóstico fue en Huelva, lugar donde reside y trabaja. Decidió trasladarse a Madrid, donde comenzó a tratar el dolor que padecía. "Me gasté el poco dinero que tenía ahorrado, porque acudí a una consulta privada. Al final me hicieron pruebas en Huelva, me derivaron a Sevilla y allí vieron que tenía los dos nervios dañados. Me operaron y ahora sigo un tratamiento con pastillas", nos cuenta. Cinta sigue teniendo dolor, pero no tan intenso como hace ocho años. "Intento recuperar mi vida y en el camino estoy".

  • Neuropatia del Nervio Pudendo

Paulina comenzó a sentir dolor a los 14 años. Ahora tiene 62 y desde los 30 sabe lo que padece: fibromialgia. "Sentía dolores muy fuertes, en los músculos, en la cabeza, falta de memoria. La vida era muy difícil". La fibromialgia no tiene causa concreta, puede intervenir un factor genético, pero también haber sufrido un grave accidente de tráfico, por ejemplo. "Durante años acudí a muchos médicos, reumatólogos, traumatólogos, etc. Pero ninguno daba con lo que yo tenía. Al final, me lo diagnosticaron por descarte", explica Paulina. "Actualmente no sigo ningún tratamiento. Los médicos con su buena intención me mandaron antinflamatorios, antidpresivos, etc. Pero hoy no tomo medicamentos. Hago ejercicio adaptado a la fibromialgia, taichí o yoga". Paulina ha conseguido mitigar los dolores, pero estos nunca desaparecerán. La fibromialgia también ocasiona una pérdida cognitiva. Este deterioro es lo que más afecta al desarrollo de una vida normal.

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