Iglesias contra Errejón
Podemos nació como una voz radical, luego quiso ser templada y luego ambas cosas a la vez. Pero nadie puede ser simultáneamente tenor, barítono, soprano y contralto

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Madrid
Muchos se frotan las manos al asistir al enfrentamiento Iglesias-Errejón con la secreta esperanza de que se descuarticen y acaben con Podemos, esa maldita pesadilla. No es lo que yo deseo ni es lo que conviene a este país, que no está para permitirse despilfarrar ninguna energía política con conciencia crítica.
Podemos provocó ilusiones tan desmedidas y terrores tan tremebundos que ahora parece fallido un partido con dos años de edad que tiene 43 diputados, 16 senadores, 137 parlamentarios autonómicos y 5 europeos.
Ocurre que Podemos nació como una voz radical, luego quiso ser templada y luego ambas cosas a la vez. Pero nadie puede ser simultáneamente tenor, barítono, soprano y contralto. Y desde hace tiempo se libra la batalla por la definición, personificada por Iglesias y Errejón. Ayer, en su espacio natural, las redes, Errejón e Iglesias se batieron a ‘tuiterazo’ limpio en una refriega estratégica simplificada por el lenguaje puntiagudo de los 140 caracteres. No tiene nada particular, si no fuera por la catastrófica manera con la que acostumbra a zanjar sus diferencias cualquier partido que no sea de derechas.




