Una proposición decente

Madrid

Son tan fuertes las sacudidas que estamos viviendo estos días en España (el juicio de la Gürtel, las tarjetas black, el follón del PSOE, el gobierno en funciones, la posible inhabilitación de Artur Mas..) Son tantas cosas que corremos el riesgo de perder la perspectiva sobre otros asuntos muy serios. Por ejemplo, el de la inmigración.

Ya sé que ahora mismo alguien estará pensando…”ya están otra vez con los inmigrantes, ¡qué pesados, qué plastas!” Sí, sí, de acuerdo, somos pesados…¡¡¡pero es que este es el tema!!! Creo, sinceramente, que aquí se ventila buena parte de lo que será Europa en los próximos veinte o treinta años. Por eso le prestamos atención y por eso intentamos que no desaparezca del radar.

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Porque el domingo, por ejemplo, hemos asistido a un vergonzoso –y fracasado, por cierto- referéndum en Hungría, con tintes directamente racistas; porque el Brexit ya cimentó su victoria en el miedo al inmigrante; porque Angela Merkel está recibiendo un castigo electoral tras otro por defender políticas inclusivas con los refugiados; porque aquí no les hacemos ni puñetero caso...y sobre todo porque se cumplen tres años del famoso naufragio de Lampedusa, y eso ya toca mucho la moral. ¿Se acuerdan, verdad? Más de 300 muertos, indignación general y aquella frase del entonces presidente de la comisión, Durao Barroso, que dijo: “Europa no puede mirar hacia otro lado”. Bueno, él no sé si ha mirado, pero lo que sí ha hecho es marcharse a otra parte, concretamente a Goldman Sachs, a donde inmigrantes y refugiados llegan más bien pocos.

Pero lo peor de ese recuerdo es que en estos tres años se han ahogado más de 10.000 personas en el Mediterráneo y sólo ayer fueron rescatadas casi 6.000. Bueno, son cifras insoportables…pero al menos dejan muy clara la disyuntiva: o triunfa la doctrina del “ellos contra nosotros”, o Europa recupera su ADN como territorio de derechos y acogida. Alguien pensará que eso es buenismo; yo creo que simplemente es decencia.