El sexo según Trump

Madrid

Con el sexo hemos topado. Desde que se declarase candidato a la candidatura republicana a la Casa Blanca, Donald Trump ha acumulado los comentarios xenófobos, racistas y sexistas. Ha elogiado el fraude fiscal en primera persona y ha defendido un proteccionismo casi autárquico para atacar una globalización que, a su juicio, beneficia a China en detrimento de Estados Unidos. En el Partido Republicano torcían el gesto pero no se atrevían a frenar en seco la ola popular que se llevó por delante a sus propios candidatos. En el fondo, calculaban que el "efecto Trump" les llevaría a volver a ocupar la Casa Blanca que les arrebató hace ocho años un negro progresista.

Sin embargo, Trump, a diferencia de su compañero de ticket Mike Pence, perdió estrepitosamente el primer debate con Hillary Clinton y no solo la Casa Blanca se aleja, sino que amenaza con hacer perder sus cargos a los propios dirigentes republicanos y poner en peligro la mayoría en ambas cámaras. Estos saben que, según las normas internas, Trump no puede ser apartado a no ser que fallezca o se vea inhabilitado por una grave enfermedad. De ahí que ahora levanten un cordón sanitario en torno a Trump que les desmarque de una eventual derrota. Para la doble moral conservadora, decir "pussy" no es lo mismo que decir "bitch".