"No sobrevive el más fuerte, sino al que más le gusta la vida"

“Aprendí que no sobrevive el más fuerte, sino al que le gusta la vida, el que sonríe todos los días por la mañana”, relata Roberto Canessa, uno de los hombres que sobrevivieron al fatídico accidente aéreo que tuvo lugar en Los Andes en 1972. Por aquel entonces tenía tan sólo 19 años, pero hoy “siento admiración por ese jovencito que ayudó a sus amigos, que caminó por Los Andes; me parece heroico, valeroso”, explica.

La esperanza es uno de los aspectos que jamás hay que perder en una situación tan dramática como aquella, y en esa cordillera vino en forma de canción. Trascurridos diez días desde el accidente, el grupo consiguió arreglar un transistor y a través de él pudieron escuchar la canción Volver, de Gardel, con una letra que les ayudó a sobrellevar aquellos malos momentos.

“Escuchamos en el transistor que se había suspendido la búsqueda, y era un encuentro de sentimientos, la rebeldía de estar enterrados vivos, que todo transcurría sin ti”, afirma.

En su próximo libro, que verá la luz en España alrededor de marzo, relata además la curiosa sociedad que se creó en aquella montaña. “Era totalmente diferente, teníamos que hacer nuestra propia agua derritiendo hielo, cerrar el avión y transformarlo en una casa, de comer, de cortar los muertos. Era un modo diferente del mundo civilizado, pero muestra también la capacidad del hombre para adaptarse”, comenta.

Además, cuenta cómo se percató de que “si das 100.000 pasos hacia donde cae el sol, estás salvado. Me vino un sentimiento heroico de decir que si tengo que morir caminando, va a ser más lindo que esperar la muerte encerrado en el fuselaje”, sentencia.

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