El peligro de la soberbia

Madrid

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, convocó ayer al embajador de España en Tel Aviv para echarle una fuerte reprimenda personal porque España votó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a favor de una resolución que condena los asentamientos de colonos israelíes en territorio ocupado de Palestina.

Netanyahu no solo convocó al embajador español, por supuesto, sino a los representantes diplomáticos de todos los países miembros del Consejo de Seguridad que votaron lo mismo que España, es decir nueve, incluidos Francia, Reino Unido, China y Rusia. El único que se abstuvo fue Estados Unidos pero esa fue precisamente la gran novedad porque, al no vetar, permitió que la condena de Israel saliera adelante.

La cuestión es que desde el punto de vista del derecho internacional no existe la menor duda de que esos asentamientos constituyen una flagrante violación de la ley. Jamás ha estado permitido colonizar territorios ocupados mediante la fuerza, aunque eso sea precisamente lo que lleva haciendo el gobierno de Israel desde hace muchos años.

Lo curioso es la arrogancia con la que se manifiesta el primer ministro Netanyahu, que no solo dio por supuesto que Washington seguiría protegiéndole, pese a que lleva meses ignorando olímpicamente a Barak Obama, sino además se considera plenamente autorizado para echarle la bronca al embajador español y a los de media Europa.

Seguramente Netanyahu cuenta con que el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le apoyará sin restricciones, pero esa es en el fondo una apuesta arriesgada, porque dentro de Estados Unidos e, incluso, dentro de Israel hay muchas voces de la comunidad hebrea que opinan que la soberbia de Netanyahu es el verdadero peligro para Israel.

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