Todo previsible, todo desconocido
Hemos cerrado la temporada más imprevisible de las últimas décadas y abrimos una nueva que, al menos desde el punto de vista de la política internacional, puede ser aún menos estable

Madrid
La agenda política de la temporada incluye acontecimientos más o menos rutinarios y desde luego muy previsibles: la toma de posesión de un nuevo presidente de Estados Unidos, que ocurre cada cuatro años; la elección de un nuevo presidente del Parlamento Europeo, cada otros tantos; los preparativos para elecciones presidenciales en Francia y legislativas en Alemania, hechos totalmente rutinarios.
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Todo suena a conocido y, sin embargo, todo corre el riesgo de tener efectos completamente desconocidos. Hemos cerrado la temporada más imprevisible de las últimas décadas y abrimos una nueva que, al menos desde el punto de vista de la política internacional, puede ser aún menos estable.
No es ninguna buena noticia, por ejemplo, contra lo que algunos opinan, que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haga grandes manifestaciones de amistad hacia el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Lamentablemente, en la historia, hay demasiados casos de grandes declaraciones iniciales de admiración que terminaron mal, porque, en realidad, lo que los dos dirigentes admiraban era su reciproca voluntad de hegemonía. Y eso, la hegemonía, suele finalizar en grandes males.
Mucho mejor sería que los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, grandes potencias nucleares, se miren con precaución y respeto y que busquen el equilibrio, sin alharacas. Con eso es más que suficiente, con eso es más probable que todos estemos un poco más seguros. Y de eso se trata, ¿no?

Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...




