Incoherencia

Madrid

La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, pidió ayer perdón en sede parlamentaria y en nombre del Estado a los familiares de los 62 militares españoles muertos en 2003 al estrellarse un avión Yak 42, que nunca debió haberles transportado, y por la vergonzosa falsa identificación de sus restos. La señora de Cospedal asume así una responsabilidad que le correspondería a su colega, el entonces ministro Federico Trillo, pero que este se negó reiteradamente a reconocer a lo largo de 14 años. Ha tenido que ser la actual titular la que, junto con el cargo, aceptara finalmente la obligación de responder por aquellos hechos.

Quede constancia de la muy razonable actitud de la señora de Cospedal. Y quede también constancia de la vergonzosa actitud del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha consentido que el Boletín Oficial del Estado publicara el cese a petición propia de Federico Trillo como embajador de España en Londres y que ha añadido el agradecimiento del Estado por los servicios prestados. ¿En qué quedamos? ¿El Estado debe pedir perdón públicamente por una actuación miserable del señor Trillo y el Estado le agradece los servicios prestados?.

La impasividad es un rasgo característico del señor Rajoy, pero en este caso su capacidad para no sentir frio ni calor es enfermiza. Federico Trillo es su amigo, ya se sabe, y seguramente Rajoy le debe favores personales y favores relacionados con la vida interna del Partido Popular. Aun así, obligar a que todos los españoles le agradezcamos los servicios prestados supera lo soportable.