Todo emoción, poca razón
Los jueces del Supremo consideran escarnio de las víctimas unos tuits que las propias víctimas no consideran humillantes
Sol Gallego: 'Todo emoción, poca razón'
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Madrid
Un famoso presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos le dijo a un miembro recién llegado: “Douglas, el 90% de lo que hacemos es puramente emocional, pero es el elemento racional el que debe darnos los argumentos para motivar las sentencias. Recuérdelo”. Pues eso. El problema con la decisión del Tribunal Supremo que ha condenado a un año de cárcel a un cantante por unos tuits es ese: falta el elemento racional que pueda motivar semejante sentencia.
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Los jueces del Supremo consideran escarnio de las víctimas unos tuits que las propias víctimas no consideran humillantes. Creen que caen dentro del enaltecimiento del terrorismo unos breves comentarios a cuyo autor no se atribuye intención alguna. Si se aplicara el criterio del Tribunal Supremo español a la mayoría de las caricaturas publicadas en el siglo XIX, prácticamente todos sus autores habrían sido condenados a prisión sin remedio. Afortunadamente, como dijo un magistrado en 1900, las caricaturas (y los tuits, se podría decir hoy día) entran dentro de las armas del escarnio, el ridículo y la sátira.
Suelen ser tan bienvenidos como la picadura de una avispa, pero una cosa es que sean groseros y profundamente desconsiderados y otra que en nombre de emociones se envíe a la gente a la cárcel. Como no se corrija pronto la ley de marras, el Supremo va a terminar convirtiendo en grandes luchadores por la libertad de expresión a fabricantes de tuits de más o menos mal gusto. Lo absurdo es tener que recordar a unos jueces que en eso consiste la libertad de expresión: en poder decir cosas groseras y en poder reírse hasta de la sombra de unos jueces todo emoción y poca razón.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...