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La Seu d´Ègara

Conjunto monumental de la Iglesias de Sant Pere de Terrassa. El conjunto se levanta sobre un istmo en dominio de los torrentes de Santa Maria y de Vallparadís. Los primeros indicios de asentamiento humano se remontan al neolítico, hacia el tercer milenio antes de nuestra era.

La Seu d´Ègara

1 El emplazamiento. Los orígenes

SER Historia: La Seu d’Égara (29/01/2017)

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Madrid

Es hacia el siglo IV aC cuando localizamos un asentamiento ibérico, conservándose restos de habitaciones, silos de almacenaje y hornos para la metalurgia. Claudio Ptolomeo, geógrafo del siglo II aC, cita el topónimo de Egosa, que podría corresponder a este poblado ibérico. A partir del siglo II aC esta espacio se romanizará y logrará la municipalidad con el emperador Flavio Vespasiano, Municipium Flauium Egara. De este período romano se conservan también restos de elementos decorativos, así como de silos, pozos, depósitos y otras estructuras de carácter industrial, y también de un atrio-impluvio de una domus (o casa romana) que formará parte de la residencia del obispo durante el período episcopal.

 

2 La cristianización

Las construcciones cristianas de finales del siglo IV configuran un complejo de edificaciones de las que destacan una basílica de una sola nave con ábside semicircular y dos capillas funerarias laterales. Presenta un pavimento de mosaico con motivos geométricos y figurativos característicos de la iconografía cristiana, como los peces i la ballena. Destaca la presencia de una lauda sepulcral, también de mosaico, dedicada a Securus. Detrás del ábside se halla el baptisterio con la piscina cuadrada central y delimitada por un templete de columnas que configura una planta octogonal. A los pies y al sur de la iglesia, varias estancias destinadas a uso funerario yi zona de residencia, con un atrio-impluvio. En una fase final, se construirá un nuevo baptisterio que se reformará en época episcopal.

 

3 El Obispado de Ègara

Con la creación del Obispado de Ègara a partir del año 450 se proyectará el gran complejo episcopal que se terminará de construir hacia mediados del siglo VI. Estos edificios episcopales se configuran alrededor de un gran patio central, con un pozo de agua y una zona de cementerio. Lo componen la catedral de tres naves, Santa Maria, con columnas y con el baptisterio a los pies del edificio; la iglesia funeraria de Sant Miquel; la iglesia parroquial de tres naves, Sant Pere, con un ámbito cementerial en la fachada sur, y la zona residencial del obispo. El acceso principal al conjunto episcopal se realizaba mediante un corredor funerario que cerraba el lado oeste del conjunto episcopal. Destaca de este momento el conjunto de pinturas murales de las cabeceras de las tres iglesias, candidatas a Patrimonio de la Humanidad.

Con las invasiones musulmanas a partir del año 714, la estructura de los obispados se desmembrará y a pesar de la restauración de los mismos en el siglo IX por parte de los carolingios en la Marca Hispánica, nuestro Obispado de Ègara no volvió a levantarse. Aún así, la actividad religiosa continuó, como demuestra la existencia de una nueva tipología de entierros, con fosas antropomorfas.

 

4 El románico

La consagración de la iglesia románica de Santa Maria, el primero de enero del año 1112, y la construcción de la nave románica de Sant Pere, la iglesia parroquial, durante el siglo XII, testimonian la nueva transformación del conjunto religioso, con un uso parroquial (Sant Pere) y monástico (Santa Maria).

En la iglesia de Santa Maria, el nuevo crucero y la nueva nave se adosan al antiguo ábside, y en el crucero se construye un cimborrio central sobre el cual se dispone el campanario, en el exterior. La decoración exterior del edificio sigue las normas lombardas: fajas y arquerías ciegas. Al sur de la iglesia, se construirá un claustro y las dependencias relacionadas con el priorato agustiniano, así como otras edificaciones destinadas a la sagrera.

La iglesia de Sant Pere presenta una nave única añadida a la cabecera episcopal, con un crucero corto. La fachada de la puerta de entrada está decorada con una cornisa donde se observan canecillos con caras esculpidas y ménsulas con relieves alegóricos, animales fantásticos y temas vegetales.

De estilo románico son las pinturas murales de la hornacina del crucero sur de Santa Maria, dedicadas al martirio de santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury.

 

5 El gótico

Del período gótico más primerizo, se conservan las pinturas murales del ábside de Santa Maria, hoy en día arrancadas, y las del muro norte de Sant Pere, así como una imagen de talla de madera de la Virgen. Lo que destaca realmente, pero, son el retablo mayor de Sant Pere (1411), de Lluís Borrassà; el retablo de Sant Miquel, de Jaume Cicera y Guillem Talarn, y el retablo de los santos Cosme y Damián, de Jaume Huguet, contratado el año 1460.

 

6 La etapa moderna

De la época moderna, nos han llegado el retablo mayor de Santa Maria y el de la Mare de Déu del Roser, que originariamente se había situado en el crucero norte de la misma iglesia. También cabe destacar la arquitectura del retablo barroco y la propia capilla de Sant Valentí, adosada al norte de la iglesia de Sant Pere, así como otras tallas y tablas de retablos hoy en día desaparecidas.

Del siglo XX son la capilla de la Mare de Déu de Montserrat y la capilla del Sagrament de Ricard Marlet, en la iglesia de Sant Pere, y la fuente de Sant Nebridi, con mosaicos de Santiago Padrós del 1950.

 

7 El conjunto hoy

La actividad restauradora del conjunto se inició a finales del siglo XIX alrededor del edificio de Sant Pere, y a principios del siglo XX se extendió por todo el recinto por parte de Josep Puig i Cadafalch.

Recientemente y después de la restauración del conjunto monumental impulsada por el desarrollo del Plan Director (1998), se presenta una museografía singular que señala todos los elementos arqueológicos, arquitectónicos y artísticos del monumento, pero sobre todo su etapa más importante, la seo episcopal de Ègara entre los siglos V y VIII.

 
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