Una victoria clara, un futuro incierto

Madrid

Pablo Iglesias consiguió ayer una victoria personal muy clara en el congreso de Podemos, frente al proyecto de Íñigo Errejón. Lo que no parece es que esa victoria tan holgada aclare el futuro de Podemos como formación política. Iglesias pareció dar por perdida esta legislatura, en el sentido de que habló de las elecciones de 2020, como si no existiera la posibilidad de unas elecciones anticipadas.

En cualquier caso, el triunfo personal de Iglesias es casi aplastante, no solo por su votación como secretario general (86%), sino por los 17 puntos de diferencia que obtuvo su lista para el máximo órgano del partido, el Consejo Ciudadano, y los más de veinte puntos de diferencia que obtuvieron sus documentos sobre estrategia política y organizativa, frente a los defendidos por su ex número dos. Veinte puntos dejan a Errejón no solo derrotado, sino en una situación de clara inferioridad, decisiva a la hora de determinar su futuro y el de la gente que le es más próxima. Por el momento, Errejón se ha negado a dimitir como portavoz de Podemos en el Congreso, como le exigía Monedero, dejando al nuevo Consejo Ciudadano la decisión de apartarle del cargo. Sin embargo, con el mal resultado obtenido no es fácil imaginar una posible reconciliación sino más bien una purga, sino inmediata, sí a medio plazo.

Un dato que debería hacer pensar a Podemos es que el nivel de participación ha sido importante, pero no tan elevado como se da a entender. Los 144.400 militantes que participaron en la votación de secretario general de Podemos son unos quince mil más de los que participaron en las primarias celebradas por el PSOE en 2014, cuando salió elegido Pedro Sánchez. Nada que ver con la participación en las primarias de la derecha y la izquierda francesa, por ejemplo.