La Pegatina: "El arte tiene que dejar de ser arte para ser contenido cultural y de entretenimiento"

Madrid

Son alegría y su máxima es divertirse sobre los escenarios. Llevan tocando desde 2003 y gracias a ello han recorrido medio mundo. El grupo musical 'La pegatina' lo componen ocho músicos pero hoy nos visitan dos. Y puede que sean los más rumberos.

Transgresores hasta la médula, han llevado su música hasta el 'laboratorio sonoro', y han conseguido separar la materia, deconstruir sus canciones para darle la máxima potencia a la letra. Desposeer la palabra de la melodía y convertirla en prosa poética, en una narración en la que las letras son lo único importante.

Según Adriá, uno de los vocalistas, este experimento tiene como objetivo "que la gente se sienta obligada escuchar la letra", que a través del laboratorio sonoro "se teatralice y se enfatice la letra", ya que muchas veces no prestamos atención a las palabras, sólo al resultado final.

Están convencidos de que al público se le escapan matices, "se quedan con el ritmo y olvidan la letra, entendemos que hay canciones que no se pueden quedar en el tintero, que se merecen una segunda vida", aseguran, y de ahí su reencarnación. Adriá insiste en que si mezclas todo "entiendes otro mensaje, en la red digital le damos todo masticado el público y el arte ha de ser interpretado".  Creen que el arte "tiene que dejar de ser arte pero ser contenido cultural y de entreteniemiento".

Son embajadores de medio mundo. Por su clima, el sol y el modo de vivir se decantarían por Latinoamérica aunque han sido muy felices en Holanda. Allí han actuado en muchas ocasiones y es uno de los rincones donde su público es más heterogéneo, "viene gente de todas las edades", matiza.

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Como son un grupo tan numeroso que tiene la obligación de ser ordenados, "decidimos todo de manera asamblearia", asegura. Cada uno tiene su departamento pero hacen reuniones semanales o cada dos semanas donde cada miembro del grupo expone sus dudas, quejas o preguntas.

La música que tocan es una mezcla de cumbia, ska y rumba catalana, aunque cantan en varios idiomas. Han tocado en escenarios de medio mundo pero empezaron en el metro. Primero como una forma de pasar el tiempo, entre amigos pero después de manera más profesional, "desde 2005 vivimos de esto".

Si tuvieran que definirse lo harían en una palabra: fiesta. Y si los definiéramos en números serían mil conciertos, cinco discos de estudio, un DVD, veinticinco países de gira y cientos de miles de fans.

Su gran éxito no sólo se mide en discos. Su triunfo radica en la afirmación de hacer la música que quieren, con o sin heridas de guerra, y eso, con una sonrisa permanente, se nota dentro y fuera de los escenarios.