Parece que Italia no perdió la memoria

La Unión Europea acordó en su momento conceder una serie de ventajas al Reino Unido, si decidía quedarse en la UE. Finalmente, los británicos votaron a favor del Brexit y aquellas negociaciones quedaron en nada. Mejor dicho, en nada, no, porque ahora, como era de esperar, algunos otros países miembros quieren que se les apliquen aquellas condiciones ventajosas. En concreto, Alemania, Austria y Dinamarca quieren resucitar algo que consiguió David Cameron cuando era primer ministro de Gran Bretaña: no tener que pagar a los hijos de los trabajadores europeos las mismas prestaciones económicas que a los hijos de los trabajadores, digamos, nativos.

El pretexto, que aceptó la UE en aquel momento, era que muchos de los hijos de esos trabajadores europeos residían en sus países de origen, porque se habían quedado con sus madres o con sus abuelos. Ahora, Alemania, Austria, Dinamarca aducen que si aquello era válido para que el Reino Unido se quedase, también lo debe ser para ellos, que no amenazan con irse. A los tres países mencionados se unió ayer Irlanda, un país del que emigraron históricamente millones de habitantes, que tradicionalmente se ha beneficiado de las prestaciones infantiles británicas, pero al que ahora han llegado trabajadores polacos y de otros países de la llamada Europa del este y al que resulta que le molesta pagar prestaciones a los hijos de los demás.

Por el momento, la batalla sigue en marcha, porque la Comisión no quiere aceptar que se trate de manera distinta a unos niños y a otros y porque los países que podrían resultar más afectados, Polonia, Hungría, Eslovaquia o Croacia, por ejemplo, se defienden con fuerza, apoyados por el gobierno italiano, que parece no haber perdido la memoria. Del gobierno español, las crónicas no dicen nada.