Mejor tarde que nunca
Rajoy debió haber sido consciente mucho antes de que para cumplir sus funciones como Presidente debería despejar todas las dudas sobre su actuación como dirigente popular. No quiso testificar voluntariamente y ahora debe hacerlo obligadamente

Creer que Mariano Rajoy podría sortear indefinidamente los tribunales que investigan el Caso Gürtel era una fantasía. Primero, porque los jueces decidieron hace ya tiempo que esa investigación exigía, no solo indagar sobre las actividades de determinadas personas implicadas directamente, sino también, y eso ha sido esencial, que había que escrutar las cuentas del Partido Popular, como posible beneficiario de esa red de corrupción. Es decir, la famosa Caja B de la que existen ya, por lo que afirma la fiscalía, sobradas pruebas. Y segundo, porque resulta que durante algunos de esos años, Mariano Rajoy ocupó cargos relevantes en la organización del partido y de las campañas electorales.
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Pedirle que explique ante el tribunal, como testigo y al igual que otros ex altos cargos del partido, como Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes o Jaime Mayor Oreja, cuáles eran sus funciones y las de sus colegas es una indagación normal.
Rajoy debió haber sido consciente mucho antes de que para cumplir adecuadamente sus funciones como presidente del Gobierno debería despejar todas las dudas sobre su actuación como dirigente popular y que la mejor manera de hacerlo era testificar ante el tribunal. No quiso hacerlo voluntariamente, como es casi habitual en casos parecidos en países de larga historia democrática, y ahora los jueces le reclaman para que lo haga obligadamente. Mejor tarde que nunca.

Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...




