Entre dos aguas
Entre dos realidades se tiene el PP, a dos es la lucha en el PSOE, en dos planos sitúa su estrategia Podemos y dos modelos exhiben los nacionalistas vascos y catalanes

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. / SERGIO PEREZ (Reuters)

Madrid
Desde que se repitieron las elecciones y fue investido tras una abstención que rompió al PSOE, estos han sido los mejores días para Mariano Rajoy, porque confía en que tendrá los presupuestos de este año y puede que los del año próximo, que es donde está la clave para saber lo que durará la legislatura de la mayor minoría. Rajoy tiene socios, lo cual es una novedad. "Negociamos con quien se deja negociar", soltó, lacónico, el ministro Montoro en el Congreso de los Diputados.
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Desde que se repitieron las elecciones y fue investido al fracasar en el primer intento, estos han sido los peores días para Mariano Rajoy, porque han vuelto a cercarle los escándalos de corrupción y los socios que encuentra a cambio del dinero presupuestario son los que le abandonan en la hora de dar explicaciones ante el Parlamento. En la política española, el Gobierno –y no sólo él– trata de construir dos realidades como si pudieran separarse unas cosas de otras y tenerse entre dos aguas, para que todo lo malo que cae por la parte de la corrupción pueda compensarse con la parte que llaman de la estabilidad. "Tenemos que distinguir los momentos", justificó el portavoz del PNV Aitor Esteban.
El PP alimenta esas dos realidades porque en ellas basa su resiliencia. Cada vez que preguntan al partido por las causas abiertas se remiten al acuerdo con el nacionalismo vasco –"asistimos a una descomunal bajada de pantalones", le dijo Rajoy a Zapatero cuando el PSOE pactó en 2008 con el PNV– y señala que la realidad que importa es la que recogen las cuentas públicas. El PNV niega que esté blanqueando al PP, que es lo que le acusa la oposición de hacer, y habla de "paz fiscal" mientras otras comunidades, que se sienten discriminadas y mal financiadas, dejan sonar tambores de guerra. Andamos entre dos aguas. Y, en parte, ese relato es el que le interesa instalar al Gobierno mismo, para comparar la estrategia del PNV con la del independentismo catalán.
Hay también dos grandes relatos en el gran asunto político para los próximos días, que será la guerra ya abierta por el poder del PSOE. Los avales dibujan una confrontación a dos más reñida de lo esperado, de lo que esperaban al menos quienes conocen los aparatos del partido. Aunque López resista y sus apoyos resulten al final determinantes, la pugna está entre Díaz y Sánchez y eso advierte de que la duda no está sólo en quién ganará, sino en qué estado quedará tras la contienda este partido centenario. El riesgo de fractura es más real que nunca, porque los desacuerdos sobre la estrategia política se mezclan con enemistades irreconciliables y aires de venganza. Lo de coser el partido, en este momento, se antoja improbable.
En dos realidades basa su estrategia Podemos. En la semana del 2 de mayo, Iglesias y Errejón (el reencuentro) apelaron al espíritu popular para lograr en la calle el apoyo que no consiguen en el Congreso para su moción de censura. Es la extensión de las dos esferas que ya dibujó Iglesias en su proyecto político: la calle y la institución. En la realidad parlamentaria, Podemos y el PSOE agrían el tono y amplían la brecha. Iglesias habla de "hostilidad" al ver la carta de Javier Fernández en respuesta a su propia carta. Que a estas alturas se hablen por carta y con reproches explica el estado de las cosas. Los tres candidatos socialistas creen que Iglesias actúa como el principal aliado de Rajoy, de forma que las realidades de PSOE y Podemos se alejan cada vez más. Esas aguas bajan revueltas y Rajoy respira.
En dos planos distintos se tiene que colocar Ciudadanos, que vota con el PP pero quiere erigirse en su principal opositor. Ahora debe explicar su respaldo a unos presupuestos de los que el PNV presume de haber salido victorioso. Ocurre que Ciudadanos huye del nacionalismo y se opuso al Concierto porque lo considera un privilegio. Les toca, pues, sortear la contradicción y prueban con el argumento de que los presupuestos no tienen que ver con la negociación del cupo, aunque el cupo va a parar a los presupuestos. A Rivera le queda gesticular con la cantidad que la Hacienda vasca paga al Estado.
La realidad se ha vuelto complicada y los partidos han tenido que partirla para sobrellevarla. De alguna manera, la actualidad política de esta semana estaba ya escrita en la Historia de dos ciudades de Charles Dickens. "Era el mejor de los tiempos; era el peor de los tiempos. [...] Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada". Dos ciudades. Equilibrios para ir de una a otra y riesgos de colisión. Se espera un intenso mes de mayo, que lo mismo te trae frío como calor.




