¿Puede la ley condenarte a vivir?
Luis de Marcos, enfermo de esclerosis múltiple primaria progresiva, pide morir pero no le dejan
Madrid
Luis de Marcos, enfermo de esclerosis múltiple primaria progresiva, pide morir , pero no le dejan. El vertiginoso avance de su enfermedad degenerativa lo mantiene postrado en la cama; sólo puede mover la cabeza y respira y habla cada vez con mayor dificultad. Nos ha contado en la SER que no tiene esperanza, que ha tirado la toalla, que su vida es una diaria tortura y por eso pide que le dejen morir con dignidad. Pero los médicos se lo niegan y le responden que son ellos quienes deciden cuando se aplica la sedación extrema.
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El de Luis es un caso más. Y nos preguntamos cuantos casos acumulados como el de Luis necesitaremos para que la sociedad resuelva algo tan evidente como que la ley no puede obligar a vivir a quien considera que su vida ha terminado. Ni permitir que se prolongue la vida de un moribundo hasta que el cuerpo aguante. Con todas las garantías pero sin ninguna traba que limite la voluntad soberana del individuo sobre su vida. Dice Luis que lo suyo es una cárcel en su propio cuerpo. Una especie de cadena perpetua en un país que abolió la cadena perpetua hace casi un siglo.