Cloacas del Estado

Una actividad tan prolongada en el tiempo y tan extensa como la que desarrolló o desarrolla el ex comisario José Villarejo solo es posible con conocimiento y protección por parte de elementos políticos que creen que las cloacas del Estado no precisan de ningún control.

Suponen que se utilizan cuando se necesitan realmente, o cuando simplemente les conviene por sus intereses políticos, y se deja después que actúen a su aire, en los ratos libres. Por eso uno de los periodistas que más ha investigado las cloacas del Estado en España, Álvaro de Cózar, definió ayer al ex comisario Villarejo como un “solucionador de problemas de ricos”, un tipo especializado en controlar información obtenida con medios legales e ilegales y en manejarla en beneficio, en ocasiones de sus jefes y en la mayoría de los casos de sus amigos y clientes, algo para lo que cuenta con intrincadas redes privadas de apoyo.

Unas redes, por cierto, en las que ocupan un papel esencial, imprescindible en estos tinglados, personajes como Eduardo Inda o Esteban Urreiztieta, los polos opuestos al verdadero periodismo de investigación que encarnaron ayer en el programa de Jordi Évole, Álvaro de Cózar o Antonio Rubio.

Es fundamental cuando se escucha a personajes como Villarejo saber que las cloacas del Estado están íntimamente relacionadas con el periodismo basura, con el puro sensacionalismo amarillo, y que si no existieran esos medios o periodistas alimentados con inmundicias probablemente los protagonistas de esas tramas tampoco podrían manipular las opiniones públicas tan fácilmente.