No hay espacio para la duda

Vigilia tormentosa de la presentación en el parlamento catalán de la ley del referendum. En el gobierno de Puigdemont no hay espacio para la duda. El conseller Baiget osó decir que “probablemente no se podría hacer el referéndum”, algo que piensa muchísima gente, y ha sido fulminantemente cesado por el presidente. El Pdecat había dado su apoyo al conseller, la CUP pedía su salida. Puigdemont no admite que la realidad puede romper su sueño. El gobierno catalán cree que perdería legitimidad si diera marcha atrás y renunciara al referéndum y apuesta a que el gobierno de Rajoy se lo impida para capitalizar la prohibición. Baiget se ha salido del guión y ya está en la calle. El soberanismo da así una inesperada señal de debilidad.

El gobierno aumenta el techo de gasto muy por debajo de lo que era legalmente posible y mima a Ciudadanos con una rebaja de impuestos. Con lo cual da argumentos al PSOE para votar en contra. Con la cantidad de urgencias que tiene el país, ¿era necesario sacrificar gasto para que Ciudadanos pueda presumir de un regalo fiscal?

Unai Sordo, el nuevo líder de Comisiones Obreras, afirma que le dirá a Rajoy que la precariedad no puede ser la norma. Y lleva razón. El problema es que en ella se funda tanto la política de empleo del gobierno como el capitalismo de plataforma, del que habla Joaquín Estefanía, en que los trabajadores cobran miserias y los consumidores tienen que asumir parte de las tareas para pagar menos, mientras los intermediarios se llevan la parte del león. Todos los trabajadores autónomos y precarios, es la ley del capitalismo que viene.

La mirada humanista del sabio Alain Corbin sobre la sociedad digital. Las ciudades no son hoy más ruidosas que en el siglo XIX, “la novedad esencial reside en la hipermediatización, en la permanente conexión y, como consecuencia, el incesante flujo de palabras que se imponen al individuo y le conducen a temer el silencio”, que es “el lugar íntimo del que la palabra surge”.