Un espectáculo terrible

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene 33 millones de seguidores en Twitter y la cuenta oficial de la Presidencia otros 19 millones. Todos ellos vieron ayer un vídeo lanzado por el mismo en el que, en el mejor estilo de la lucha libre norteamericana, le proporciona puñetazos de la cabeza a un hombre al que ha colocado el logo de la CNN como rostro.

Donald Trump tiene una lucha a brazo partido con la cadena de noticias 24 horas, a la que denomina FNN  -Falsas Noticias Network-. El tuit y el vídeo no tendría mayor importancia si fuera el millonario Donald Trump quien lo hubiera lanzado, pero Trump es ahora presidente de la mayor potencia del mundo económica y militarmente. ¿Por qué hace cosas así?  Una revista norteamericana escribió hace pocas semanas que el principal problema no es tener un presidente que piense de una u otra manera, si no tener a un presidente literalmente estúpido. En un país en el que la figura del presidente siempre ha despertado un respeto muy generalizado, al margen del apoyo político concreto que suscite, un titular de este tipo supuso un cambio muy excepcional. Pero en realidad casi todo lo que hace Donald Trump puede ser interpretado en clave estrictamente populista.

Trump no es el primero que accede al poder planteando la política como una pelea-espectáculo, en el que el protagonista representa el pueblo, capaz de dar una paliza en el ring a unas élites generalmente representadas por los medios de comunicación. Lo que es nuevo es que el Partido Republicano de Estados Unidos esté dispuesto a apoyar lo que sea con tal de llevar a cabo sus políticas de máxima explotación de ese pueblo. Ese sí que es un espectáculo terrible.