Las tres vidas de F.J McMahon
El músico californiano grabó su único álbum en 1969 antes de dejar la música. En la última década ese disco maldito de escasa distribución ha sido reeditado en tres ocasiones
Madrid
Los benditos años sesenta fueron tan excelsos en lo musical que medio siglo después siguen apareciendo joyas pérdidas, o más bien ignoradas, de aquellos días. Discos a los que nadie prestó atención y que pasados cuarenta o cincuenta años renacen para una nueva vida. Son álbumes de artistas que no tuvieron éxito y que vieron como sus sueños musicales se desvanecían abocándolos a un trabajo a nueve a cinco, en el mejor de los casos, pero que por cosas del azar o del destino vuelven a las tiendas.
El redescubrimiento de este tipo de discos no hace sino confirmar la magia de aquellos años en los que en un mundo escasamente conectado era fácil caer en el olvido. Gracias a distintos sellos dedicados a bucear en el pasado hemos ido descubriendo a artistas tan fascinantes como Rodríguez, Nolan Porter, Jackson C. Frank o Karen Dalton. Y a esa lista de artistas olvidados y redimidos hay que hacer hueco a F.J McMahon, un tipo que en 1969 publicó el fantástico Spirit of the golden juice. Tras el fracaso comercial de su único álbum, McMahon pasó unos años dándole una oportunidad a su carrera musical tocando en todo local que encontró disponible. Pero llegaron los setenta y su country psicodélico pasó de moda si es que alguna vez lo estuvo. Tras cansarse de aquella pelea constante contra el destino, McMahon aparcó sus sueños musicales para siempre.
Lo que no esperaba este cantante de voz rota y guitarra hipnótica es que ese destino cabrón que le habían negado sus sueños fuese a darle una oportunidad más de cuarenta años después y ante un público de la edad de sus nietos. Pero cosas de la vida, aquel disco perdido ha vuelto a sonar y a reclamar atención con tres reediciones independientes en los últimos años. En 2009 la joya de McMahon volvió a las tiendas de la mano Rev Ola Records, en 2014 unas 500 copias de Golden Juice fueron impresas en vinilo gracias a Sacred Bones y este verano ha vuelto a reclamar protagonismo por el empeño de Anthology Recordings. Tres vidas, tres nuevas oportunidades, para un disco que bien las merece.
Pero toda la fortuna y oportunidades que el álbum de McMahon está teniendo en este siglo son las que no tuvo en su día. Tras pasar algo más de un año en Vietnam, el músico regresó a EEUU en 1968 gracias a una hepatitis mal curada. Un inesperado regalo que le libró antes de tiempo de aquella locura, una locura que dejó huella. "Mi experiencia en la guerra no fue la habitual", contaba el músico en una entrevista reciente. "Era parte de la policía militar y por ello tuve ocasión de ver muchas cosas que no se suelen ver, la cara oculta de la guerra, una guerra que fue un completo desperdicio de vidas. Acabé harto, disgustado y deprimido", confesaba.
De vuelta a casa pasó un año ayudando a chicos jóvenes a evitar el reclutamiento militar antes de entrar a un estudio de California a grabar el que sería su legado musical. Pero la oportunidad de grabar no fue cómo él esperaba. Grabó el disco en día y medio y con un presupuesto que no llegaba a los dos dólares. Pero en esas circunstancias, McMahon sacó lo mejor de sí mismo y entregó un álbum crudo y honesto en el que hablaba de su visión de la guerra, del mundo y de la vida. Canciones de un chico joven veterano de guerra, un tipo que había visto demasiado y que lidió con ello a través de canciones. Pero sus canciones, su historia, no importaron a casi nadie. Y McMahon lo aceptó, guardó sus canciones y se buscó otra vida sin imaginar que un día esos 28 minutos mágicos encontrarían un público. "Me siento abrumado con todo esto", explica en las entrevistas. "Nunca pensé que esto pudiese suceder".
Dos años después de grabar su disco de debut, McMahon regresó al ejército, en la marina estudió ingeniería y tras cumplir el servicio fue ingeniero durante 25 años hasta que hace un par se jubiló. Ahora, mientras pasa el tiempo con la familia e intentando no tirar piedras al televisor, su música y sus canciones políticas, han vuelto por tercera vez.