Lo que Dios consiente

Madrid
Confieso que me dejó estupefacto lo que le dijo ayer el president Pugdemont a Évole. No se acordaba de que había votado no hace tres años a referendos para la independencia de Kurdistán y el Sáhara. Me pareció cinismo ese olvido. Y confieso también que me dejó estupefacto saber que el PSG, el equipo que compró a Neymar por 222 millones de euros, le ofrece ahora al uruguayo Cavani, del mismo equipo, un millón de euros para que deje que el astro brasileño sea el que tire los penaltis. Ambas cosas son muy diferentes, ya lo sé, pero ambas me llevan a recordar lo que decía mi madre: abobado me he quedado al ver lo que Dios consiente.




