Esperanzas y decepciones

El tiempo se acaba pero todos tenemos, allá al fondo del armario de la racionalidad, el deseo, quizá ilusorio, de que entre bambalinas se puede encontrar una salida. Ojalá ocurra, y entre otras cosas de mayor enjundia, para acabar con este camino ridículo de convertir las calles de España en una tienda de souvenirs turísticos, todo banderas, en formato mini, médium y extrasize, pulseritas, toros negros y se supone que bravos, además de polvorientas tonadas de Manolo Escobar. Pero mientras en este pequeño país algunos mantenemos la esperanza, Donald Trump vuelve a hacer de las suyas y anuncia la retirada de la Unesco. Nada extraña de Estados Unidos cuando cae en manos de patanes como el que ahora ocupa la Casa Blanca, para quien nada deben significar las palabras Educación, Ciencia y Cultura, personaje zafio e ignorante, ajeno a todo lo que ha hecho la civilización hasta llegar al siglo XXI gracias, precisamente, a los millones de seres humanos que han sido, son y serán el contrapunto de este bárbaro que nos ha caído en suertes. No es la primera muestra de la Administración Trump de desprecio hacia el resto de países. Ya abandonó el pacto del cambio climático de París –un desastre— y todavía mantiene abierta la amenaza de apartarse del acuerdo nuclear con Irán. ¡Tanto destrozo, y ni siquiera ha cumplido diez meses como presidente!