Manu Brabo: "¿Qué separa el disparo del mortero del disparo de la cámara de un periodista?"

Madrid

A través de su objetivo, hemos podido conocer conflictos como los de Kosovo, Palestina, Libia, Siria, Irak o Ucrania. En la mochila de Manu Brabo encontramos un cautiverio de 43 días a manos del ejército de Gadafi, un Pulitzer, amigos y compañeros de profesión caídos en territorio hostil y fotografías. Miles de fotografías.

"Mi única ambición ha sido siempre contar historias de gente que lo está pasando putas para llegar a gente que está en situación más cómoda y pueda hacer pequeñas cositas para ayudarles", confiesa Manu.

Parte del trabajo de Manu Brabo se expone a partir del viernes en el museo La Neomudejar de Madrid. Es la oportunidad de ver la realidad que se vive en el mundo a través de la mirada más personal de uno de los mejores fotoperiodistas del mundo.

"He tenido que decir no a un montón de fotografías para la exposición; algunas porque no eran tan buenas y muchas otras por pudor. Cuando digo pudor me refiero a esas características de la foto que hará que el mensaje llegue corrupto al receptor", subraya el zaragozano. 

Una de las características de Manu como fotógrafo es que no utiliza grandes objetivos, sino que fotografías de cerca; lo que está ocurriendo lo estás viviendo él también: "Al final la distancia física también equivale a una distancia emocional. Uno llega cerca en lo físico porque ha recorrido antes una distancia personal. Para que yo puedo acceder a un frente primero el grupo que está en el frente me acepte dentro".

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Premio Pulitzer en 2013

"Hay una nueva generación de fotográfos que no lo hemos tenido fácil pero que hemos avanzado a codazos. Yo no la lidero, me niego a que se diga eso, porque todos se juegan el cuello como yo y son igual o mejores fotógrafos que yo", analiza Manu. 

En su profesión, cualquier mínimo detalle que te pase por alto te puede complicar la vida. En problemas, y serios, se vio en abril de 2011 en Libia. El coche en el que iba con varios compañeros se queda atrapado en una emboscada y es capturado por el ejército de Gadafi: "No lo repetiría pero tampoco lo cambiaría. De esa experiencia aprendí mucho, ahora soy consciente de mi propia fragilidad. En el fondo como fotografo y persona me ha servido mucho a la hora de empatizar con la gente".

De ese trabajo en Siria, le llegó el gran reconocimiento profesional en 2013; el premio Pulitzer: "Tras ganar el premio en España empezaron a reconocer mi trabajo y además supone una responsabilidad extra".