Tierra, dinero y votos
El debate territorial y por la financiación que España arrastra se mezcla ahora con la campaña catalana de fondo
Madrid
Existe una comunidad que se ha llevado todo el debate público y otra que acaba de actualizar su modelo de financiación. Y existen varias comunidades cansadas de aparecer en la orilla de la agenda. En esos tres escenarios, entre Cataluña, el País Vasco y el resto de las autonomías, se describen los últimos días lo mismo que los últimos años y esta semana han ido a confluir todos los escenarios a la vez, lo que ha devuelto algunos ecos de las preguntas que España ya se hizo -quizá nunca ha dejado de hacerse- sobre su modelo y su financiación.
Como a veces el calendario junta los días para que se expliquen solos, en esta misma semana PP y Ciudadanos boicotearon el arranque de la comisión territorial que impulsa el PSOE y en la que ya no iban a participar ni Podemos ni los nacionalistas. Fue una foto fija del momento y del contexto, atrapado en la campaña electoral.
Los partidos independentistas catalanes conocen sus flaquezas: el cansancio del procés, la constatación de que prometieron lo que no podían aun a riesgo de llegar a una situación crítica y la incoherencia entre el arrojo del que sus dirigentes presumían ante su electorado y el acatamiento que prometen a los jueces. La clave del escenario está en que ERC y el PDECAT negocian la manera en la que renuncian a la unilateralidad, con lo que intentan abrirse el camino de próximos acuerdos postelectorales. Los comunes, por ejemplo, lo habían puesto como condición.
Esa renuncia, que les aleja de la CUP, cambia las coordenadas. Los demás partidos marcan también las suyas. PP y Ciudadanos se tratan con hostilidad creciente -en Génova observan el auge de Rivera en las encuestas y lo menos que le llaman es oportunista- y el PSC sueña con la serie Borgen, en la que alcanza el Gobierno el partido que resulta tercero en las elecciones.
De manera que a punto de que se cumpla un mes, este lunes, de la aplicación del temido 155, el mapa catalán se ha relajado inesperadamente. Pero, otra vez el calendario, se ha mezclado el debate territorial con el reparto del dinero entre comunidades. El Congreso aprobó el cupo vasco, pero a Pedro Sánchez le costó una ronda de llamadas con sus presidentes autonómicos para explicarles por qué el PSOE apoya la actualización del concierto y deja que Rajoy arrastre la reforma del sistema con el que se pagan los servicios básicos.
Se han caldeado los ánimos porque algunas comunidades viven auténticas apreturas que no se arreglan con más promesas y Montoro lo ha saldado con la promesa de que el modelo estará en los presupuestos del año que viene. Sólo el PNV sale satisfecho del todo de la semana: el PP lo necesita si quiere las cuentas generales y se lleva el cupo, que además pone como ejemplo de negociación bilateral con el Gobierno como la que reclaman ahora los independentistas. El PNV, con sus cinco diputados, se siente en el centro de la escena.