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¿Qué pasó por la cabeza del asesino de la catana? "Fue mi cuerpo, no fui yo"

La película documental ‘Yo fui un asesino: el crimen de la catana’ reconstruye uno de los sucesos que conmocionó a España en el año 2000. Un joven de 16 años mató a sus padres y a su hermana en Murcia. Ahora, 17 años después, José Rabadán, autor confeso condenado, habla en televisión para abrir varios debates interesantes

"Este documental se sostiene sobre una pregunta, qué pasó por su cabeza para hacer algo tan atroz. Solo él lo sabe y, según algunos expertos como Javier Urra, ni siquiera él lo sabe", apunta Juan Moya, director del trabajo documental que emite DMax

Televisión | La moda del 'true crime': ¿mejor ficción o documental?

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Madrid

"En ese momento no fui yo, fue mi cuerpo, pero yo no fui", declara a cámara José Rabadán, autor confeso del asesinato de sus padres y su hermana en Murcia en el año 2000. Aquel joven de 16 años detenido en Alicante horas después del crimen tiene ahora 34 años, vive en Santander, está casado y tiene una hija. Conforme estipula la ley del menor, pasó seis años recluido en un centro y dos en libertad vigilada. Seducido por la iglesia evangélica, proclama que "Dios le ha salvado" pero duda de que “la sociedad esté preparada para escuchar su historia”.

Su testimonio forma parte de la película documental producida por Cuarzo para el canal DMax (Discovery Max), que estrena este trabajo en prime time en la noche de este miércoles. Encuadrado dentro del ‘true crime’, esa etiqueta tan moderna y rentable ahora en televisión para promocionar las clásicas crónicas negras de la literatura, el proyecto reconstruye minuciosamente el crimen con imágenes inéditas –y un tanto escabrosas- de la policía, testimonios de forenses, comisarios y periodistas y la declaración del joven asesino 17 años después.

¿Qué pasó por la cabeza del asesino de la catana? &quot;Fue mi cuerpo, no fui yo&quot;

Como todas las producciones de este género, ya sean de ficción o no ficción, como Making a murderer, The Jinx o la española Muerte en León, todo el relato audiovisual se sostiene bajo el enfoque de la duda. En algunos casos, sobre la autoría, en otros sobre el proceso judicial o la investigación policial. En ‘Yo fui un asesino’ la duda se traslada al móvil del crimen -¿por qué lo hizo?- y a la posibilidad de reinserción de un asesino menor. "Nadie, ni él sabe por qué lo hizo, no quiere enfrentar el sufrimiento", opina Javier Urra, psicólogo forense, tras constatar por los numerosos estudios psicológicos que no padecía ningún trastorno. Para los investigadores, la clave se sitúa en los dos años anteriores al crimen. José Rabadán se acerca al satanismo, los videojuegos, las artes marciales… Internet lo aisló y empezó a tener ensoñaciones con la muerte. Toda esta deriva influye pero no cierra el puzzle del motivo de su crimen, según reconocen los investigadores.

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Tantas preguntas como las que surgen tras ver el documental ¿Hay que cambiar la ley del menor para evitar condenas tan cortas por crímenes? ¿Y si el asesino es un terrorista de 17 años como el de Barcelona? ¿Cómo reaccionaría la sociedad? ¿Hay que dar voz a un asesino en televisión? ¿Quiere redimirse, demostrar que es posible la rehabilitación o vender la salvación de la iglesia evangélica? Más allá del morbo, este tipo de relatos interpelan al espectador. En otros países la reconstrucción de estos casos ha servido para abrir debates sobre su sistema policial, judicial y penitenciario ¿Será posible aquí? Juan Ramón Gonzalo, director de la productora Cuarzo, y Juan Mayo, director del documental, analizan y explican cómo han afrontado este proyecto:

¿Por qué le interesa a Cuarzo como productora el 'true crime'?

Juan Ramón Gonzalo: Como productora nos fijamos en todas las tendencias internacionales que hay. Tenemos un departamento que se dedica a ver lo que se hace en otros países y vimos que documentales del tipo de Making a Murderer, The Jinx o Amanda Knox interesaban mucho, se hablaba mucho y eran un éxito. Vimos cómo traer esa forma de trabajo, de hacer documental, a España. En nuestros programas tratamos este tipo de casos y es interesante explorarlo, por eso nos pusimos en la búsqueda de casos que nos permitieran hacerlo.

¿Cómo ha sido el proceso y el tiempo para armar la película documental?

Juan Ramón Gonzalo: El proceso, para los tiempos que se miden en la tele, no ha sido muy largo. Desde que se lo enseñamos a Discovery y apostaron por él, no tuvieron dudas. Eso fue antes del verano y empezamos a trabajar en la primera semana de agosto. Ya teníamos bastante documentado el caso, pero es ahí cuando nos ponemos a trabajar en serio. A buscar más documentación, a hacer un barrido por hemerotecas y televisiones nacionales y locales. Para ser un contenido tan cuidado no ha sido un proceso especialmente largo.

Juan Moya: Han sido más de 20 entrevistas, hemos conseguido imágenes de archivo policial que no estaban emitidas, con una labor exhaustiva de documentación en prensa. En realidad lo que hemos conseguido es un documental de 2 horas y 10 minutos en el que hemos querido ser rigurosos con los escenarios, con todo el material de archivo y a la hora de hacer las recreaciones. Es el relato de la historia de José Rabadán, y hemos sido muy rigurosos para poner en situación al espectador pero no ir más allá.

Sobre esas imágenes inéditas de las policías, ¿dónde se pone el límite con el morbo?

Juan Ramón Gonzalo: El límite lo ponemos nosotros. Lo hemos consultado con la cadena, que estaba totalmente de acuerdo. Y hemos marcado un poco que no se vieran los cuerpos en la forma en la que estaban cuando llega la policía. Hemos sustituido esos cuerpos por una silueta hecha en grafismo. Para ver la magnitud del crimen y el enseñamiento, hay más de 100 puñaladas entre los golpes de la catana y luego cuando se le rompe, los remata con un puñal. Hemos querido reflejar cómo lo ve la policía sin entrar en el morbo de mostrar los cadáveres, que son imágenes demasiado duras para nosotros y para el espectador.

Juan Ramón Gonzalo, director de Cuarzo Producciones / CUARZO

El 'true crime' se asienta sobre la duda. Es el enfoque para no tomar partido y plantear un dilema. En algunos casos recae sobre la autoría, el proceso judicial, ¿cómo ha sido en este caso para dar equilibrio y trasladar la duda al por qué y la rehabilitación?

Juan Moya: Nuestro interés era conseguir la máxima información sobre el caso, que hubiera un relato lo más completo posible para que el espectador pudiera tener una idea completa de lo que sucedió. Hemos usado todos los mecanismos para conseguirlo  con la documentación, y las recreaciones también sitúan al espectador en la escena. Hemos sido muy rigurosos con el testimonio de José Rabadán, los forenses, con toda la información que nos daban. Lo que hace diferente a este caso es que se conoce lo que ocurrió, es un crimen confeso, pero la gran duda es por qué lo hizo. No tenía problemas de envergadura en casa, sus padres no tenían malos tratos, y a través de su testimonio tampoco hemos conocido nada de gravedad que le pudiera llevar a esto. Qué ocurrió en los dos años anteriores. Según los expertos y la policía, ahí está la clave, donde se pueden vislumbrar los motivos. Nos hemos empeñado en contar el qué ocurrió pero también qué pasó antes del crimen. Analizar todas esas claves que periodistas y jueces apuntan que pudieron servir como detonante: su afición por los videojuegos, los libros satánicos, los chats en el ordenador, las artes marciales. Hace poco nos decían que el chaval tenía armas en casa, un puñal y una catana, pero todo parece indicar que si no las hubiera tenido, a lo mejor lo hubiera hecho de otra manera. Este documental se sostiene sobre esa pregunta, qué pasó por su cabeza para hacer algo tan atroz. Solo él lo sabe y, según algunos expertos como Javier Urra, ni siquiera él lo sabe.

¿Cuál es la distancia prudente para abordar estos casos? ¿Qué tiempo hay que esperar?

Juan Ramón Gonzalo: Depende. Este es un caso juzgado, él ha cumplido su condena y, desde ahí, han pasado ya 10 años. Es mucho tiempo, pero todos seguimos teniendo en la cabeza el caso. Pero, por ejemplo, si se produce esa duda en otros casos, como en Making a Murderer, se podría hacer en el momento porque está pasando. La distancia temporal depende del caso concreto de cada uno. Hay casos que no los puedes hacer en el momento porque sería entrar en un morbo innecesario pero a otros es importante o interesante acercarse en el momento porque la duda es actual.

Lo más interesante de todos estos productos documentales, ya sean de ficción o no, es que abren debates. Ya sea sobre el trabajo policial, la parcialidad judicial… En este caso, por ejemplo, se puede hablar de la ley del menor o de la exposición mediática del asesino…

Juan Moya: Aquí el debate está muy claro ¿Se puede reinsertar en la sociedad un joven, un niño de 16 años, que ha cometido un asesinato brutal, atroz y antinatura? ¿Puede después de cumplir su pena mantener una vida normal? ¿Tener una mujer y una hija? Él asegura que está rehabilitado, que si en aquel momento estaba enfermo o fue un psicópata, en estos momentos no tiene ningún tipo de pulsión. Está muy afianzado en la vida religiosa y ha conseguido mantener una vida normal. Mucha gente al escuchar que se ha hecho este documental ha dicho que no se debía dejar que este chico hablara en televisión, que se le estaba haciendo publicidad. Algunos piensan que debería estar en la cárcel, algunos mensajes dicen que debería estar pudriéndose en prisión. Es un acto atroz que conmocionó a todo el mundo y ahora la gente se plantea si puede mantener una vida normal.

Juan Ramón Gonzalo: Él mismo lo reconoce. Cometí un asesinato, fui juzgado y ahora estoy rehabilitado. De las dos primeras hay constancia, de la tercera no se sabe. Él cree que sí pero lo tiene que juzgar la sociedad. Hasta ahora ha vivido con normalidad, con su familia y su hija. Este tipo de productos abren debates, vamos a ver cuáles son, por ejemplo, la ley del menor, si utiliza la iglesia evangélica como una excusa, si está rehabilitado, si puede volver a cometer un asesinato…

El género le confía al espectador la capacidad de valorar los hechos, ¿perciben una evolución en España con el público para tratar estos temas?

Juan Ramón Gonzalo: Es básico. Tenemos que pensar que la gente sabe de los que le estamos hablando y le interesa. En una cadena como DMax, que si se van a acercar saben que es un producto muy cuidado, sabemos a quién nos dirigimos. El trabajo es no darlo todo por hecho, no darlo mascado y que la gente pueda sacar sus conclusiones. No hemos querido entrar a valorar o dar nuestra visión, sino que cada uno crea o no a José Rabadán.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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