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Si el pasado se presenta

Políticos de otras épocas reaparecen en la escena mientras dirigentes independentistas parecen cerrar una etapa

Si el pasado se presenta / ALBERT GEA (Reuters)

Madrid

El pasado se ha presentado en la política antes de que el año empiece de verdad (Año Nuevo será el miércoles, con la constitución del Parlament) y hay un mensaje en eso, cuando a la Historia, aunque sea la más reciente, le da por dejarse ver. Ocurrió con Artur Mas que, al irse el martes por segunda vez –está ya a sólo una dimisión de alcanzar las tres de Esperanza Aguirre–, cerraba una etapa en un partido que fue central en la Cataluña de Jordi Pujol y que ahora es otra cosa, ligada más a una persona que a un proyecto. La renuncia de Carles Mundó y la de Carme Forcadell para la presidencia del Parlament refuerzan la tesis del final de una etapa.

Desde el pasado, Mas trajo un mensaje para Carles Puigdemont: "Primero es el país, luego el partido y finalmente la persona". Por si había dudas, señaló que los próximos pasos habrán de darse dentro de la legalidad española. La declaración unilateral de independencia y los efectos que produjo, que son el pasado más inmediato, han acabado por enmarcar el futuro del independentismo: tienen mayoría absoluta en escaños y eso es una verdad que nadie puede orillar ni despreciar, pero lo es también que este no podrá ser aquél independentismo, ni en sus declaraciones y promesas ni en sus hojas de ruta. Lo que puedan ofrecer ha sido ya sometido, con el mayor dramatismo, al principio de realidad.

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El pasado fueron también los tres ponentes de la Constitución que enfriaron en el Congreso las expectativas de una reforma de la Ley Fundamental, menos aún con el sentido federal que le quiere dar el PSOE. Las propuestas reformistas o de terceras vías apenas tuvieron respaldo en las urnas y empiezan el año con pocas expectativas. "En España hay mucha ira", señaló uno de los padres de la Constitución, José Pedro Pérez Llorca, para oponerse a la reforma, que tampoco contemplan Miguel Herrero de Miñón y Miquel Roca. A falta de ponentes progresistas, los tres que quedan aplicaron su conservadurismo a la Constitución que ellos parieron y a la que ven aún actual y en forma. Habría que ir a la hemeroteca –el pasado, otra vez– para evocar a otro ponente, el socialista Peces Barba: "Ninguna generación puede someter a las generaciones futuras a su voluntad. La Constitución, para permanecer, tiene que ser flexible". Lo dijo antes incluso de que se aprobara la Carta Magna.

El pasado fueron también, en fin, los exministros Elena Salgado y Pedro Solbes y la crítica tardía de este último sobre la gestión de la crisis. "Nos equivocamos totalmente en las previsiones económicas", reconoció en el Parlamento después de una década. Aunque la representación del mayor fantasma del pasado, al menos para el Gobierno, fue sin duda la de Rodrigo Rato, que acudió al Congreso a luchar contra el PSOE y el Banco de España, contra las evidencias que se acumulan contra él en los juzgados y, por encima de todo lo demás, contra Mariano Rajoy y Luis de Guindos. Rato, que habita en su propia realidad, recitó los elementos de la época que lo convirtió en rey y la resumió con unas pocas palabras: "Es el mercado, amigo". El exvicepresidente, el expresidente de Bankia, el exdirector del FMI, trataba de describir así una etapa entera del pasado, pero utilizó el verbo en presente. Uno no sabe nunca cuándo acaba el pasado.

 
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