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"El FMI puede marchitar la primavera árabe en Túnez"

La delicada situación económica por la que atraviesa Túnez siete años después de la caída del régimen de Ben Ali puede hace descarrilar la transición política que comenzo hace siete años e inicio la primavera árabe

Manifestantes tunecinos gritan consignas durante una protesta en contra de la política económica del Gobierno tunecino, en Túnez, hoy, 12 de enero de 2018. La oposición progresista tunecina acusó ayer al primer ministro, Yusef Chaheed, de tratar de eludir su responsabilidad al culpar a otros partidos de fomentar las protestas sociales que agitan el país, con casi 600 detenidos desde el inicio de los disturbios / MOHAMED MESSARA EFE

Madrid

Este debía ser un año decisivo en la transición política que vive Túnez desde la caída de Ben Alí. Se van a celebrar elecciones municipales en mayo, las primeras en siete años, que deben reforzar el poder del partido islámico Ehnada de cara a las presidenciales del 2019; sin embargo, la situación económica puede hacerlo descarrilar.

Los precios de los productos alimenticios han registrado subidas entorno al 8 por ciento desde 2011 y el dinar se ha devaluado. La población pasa hambre, en especial en el interior del país donde comenzó la revolución de jazmín hace siete años, y ahora debe asumir un presupuesto de austeridad y recortes impuesto por los acreedores internacionales. En 2015, Túnez recibió crédito de 2.800 millones de dólares para reflotar una economía que acusa el retroceso del importante sector turístico, muy afectado por el atentado que ese año costó la vida a 38 personas en dos hoteles de la costa.

El periodista Javier Martín, delegado de la Agencia EFE en el Norte de África, señala la paradoja de que "el FMI marchite la única primavera árabe que ha sido un éxito en su transición política", muy apuntalada desde la Unión Europea. Autor de "Estado Islámico. Geopolítica del caos", entre otros libros, teme que la situación se degrade en Túnez como en la vecina Libia y se incremente la actividad de los grupos jihadistas en la frontera con Argelia.

El debilitado gobierno del presidente Caid Esebsi ha respondido con la detención de 800 personas a las protestas que se han intensificado en las calles de las principales ciudades del país.

 
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