Miremos para otro lado
Angela Merkel ha enfrentado y superado la crisis interna en su partido y ante la sociedad por su política de acogida de inmigrantes y volvió a ser la más votada.
Miremos para otro lado
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En la Unión Europea hay que cumplir con rigor el déficit, pero es posible saltarse sin consecuencias los compromisos en materia de inmigración. Es lo que ha hecho España, que sólo ha acogido a unos 2.000 de los 17.000 inmigrantes que le correspondían. Por traducirlo, significa que hay 15.000 refugiados que deberían haber sido acogidos y protegidos por las instituciones españolas y que andarán en campos de refugiados, malviviendo en alguna frontera o intentando acceder a Europa en lanchas pilotadas por las mafias o en los bajos de un camión. Todo quedó en una autocomplaciente sesión parlamentaria cuando se aprobaron los objetivos de acogida proclamando la solidaridad del pueblo español, que es, sin duda, más solidario y proactivo que las instituciones que lo representan.
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En una UE que, en general, no ha cumplido, Alemania ha sido la excepción. Rajoy le dijo a Merkel en 2015 que no seguiría acogiendo refugiados porque había ya una cierta saturación. Se lo estaba diciendo a la líder de un país que había acogido a un millón. Es la diferencia entre liderar y gestionar un país. Merkel ha enfrentado y superado la crisis interna en su partido y ante la sociedad por su política de acogida y volvió a ser la más votada. Aunque perdió apoyos, acaba de decir que no cambiaría ni una coma de su política de inmigración. Ayer El País ofrecía una entrevista con Nadia Murad, un yazidí iraquí. Los yazidíes pertenecen a una religión preislámica muy antigua perseguida por el ISIS. Nadia fue capturada, violada cada día y vendida en mercados como un animal por los soldados del Estado Islámico. Consiguió huir y encontró refugio en Alemania gracias a un programa del Estado de Baden-Wuttenberg. Su familia fue ejecutada y el único hermano que aún vive espera una oportunidad, malherido, en un campo de refugiados del Kurdistán. Cuando la extrema derecha y los gobiernos conservadores decían que la acogida sería un coladero para yihadistas, resulta que Nadia y otras miles con ellas tocaban tierra alemana. El caso de Nadia, como ejemplo de lo que sí hizo Alemania y de lo que no ha hecho España.