Palabra de Mankiewicz
El director de la palabra en el cine y los grandes guiones falleció hace ahora 25 años.
Madrid
Fue el más inglés de todos los directores americanos. Prototipo de hombre culto, con formación clásica. En su cine la palabra era lo principal. No es que las imágenes no tuvieran importancia pero eran los diálogos los que marcaban el ritmo de las escenas. Como en el teatro. De hecho Mankiewicz nunca distinguió entre cine y teatro. Para él todo formaba parte del arte inmortal de la representación. El director dirigía casi siempre sus propios guiones. Podía pasarse horas hasta encontrar el ritmo justo de cada frase. No es extraño que estos guiones sean considerados hoy en día modelos en muchas escuelas de cine. En 1992 fue homenajeado en el festival de San Sebastián. Allí se quejó con amargura de la pérdida de importancia del guión en el cine actual: “Hace muchos años escribir y elaborar un buen guión era esencial.” –contaba– “Hoy en día el guión brilla por su ausencia. Prácticamente todo está dibujado por los diseñadores de producción. Las películas se limitan a fotografiar desastres, asesinatos, violaciones, guerras, armas... Ese es el estado del cine hoy en día”.
Joseph Mankiewicz, 25 aniversario
09:48
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Mankiewicz empezó su carrera en Hollywood como rotulista para películas mudas. Su hermano Herman, guionista de “Ciudadano Kane”, fue quien le introdujo en el cine. Pronto ascendió a guionista. Su pluma comenzó a ser materia del cine de grandes directores como Lubitsch o Cukor. También hizo labores de productor en clásicos como “Historias de Filadelfia” o “Furia”y en 1943 le llegó la oportunidad de dirigir. Ernst Lubitsch había sufrido un ataque al corazón dejando a medias el rodaje de “El castillo de Dragonwyck”. Cuando el jefazo de la Fox Darryl F. Zanuck preguntó a Lubitsch quién podía hacerse cargo de la película éste recomendó a Mankiewicz.
“El castillo de Dragonwyck” fue su primera película. Después vendrían otras como “El fantasma y la señora Muir” y en 1949 lograba su consagración definitiva con “Carta a tres esposas”con la que Mankiewicz ganó dos Oscar: al mejor director y al mejor guión. Y al año siguiente repitió el doblete con otras dos estatuillas de guión y dirección por “Eva al desnudo”, posiblemente su mejor obra y una de las películas indispensables de la historia del cine.
Con cuatro Oscar en casa y considerado ya como uno de los grandes, Mankiewicz inició en los años 50 una fructífera etapa como director. Títulos como “La condesa descalza”, “Ellos y ellas”, “De repente el último verano” o “Julio Cesar”. Todas las películas tienen su sello personal. Nada de efectos de cámara, nada de trucos, sólo la palabra como motor de la acción. Películas siempre inteligentes, emocionantes, con garantía de cine de calidad. Su cine no arrasaba en las taquillas pero siempre conectaba bien con la crítica y el público. Curiosamente su mayor éxito comercial le llegó en 1963 con la película de la que siempre renegó.
“Cleopatra” resultó la gran pesadilla del director. Fue un proyecto que le cayó de rebote sin él desearlo y constituyó uno de los rodajes más calamitosos de la historia del cine. Tras casi dos años de quebraderos de cabeza Mankiewicz acabó la película. El estudio la remontó entera sin su permiso y el director no quiso saber nada más de ella. De hecho siempre se refería a ella como “la película de la que nunca hablo”.
Mankiewicz salió tan tocado de “Cleopatra” que solo dirigiría tres películas más. La última fue “La huella” en 1972. Era como un resumen de toda su carrera. Sólo dos actores, en un duelo interpretativo magistral entre Laurence Olivier y Michael Caine, con el guión como padrino. Con ella el teatro se hacía cine más que nunca. Los dos actores fueron nominados al Oscar y Mankiewicz también como director. Hollywood seguía reconociendo al viejo maestro, pero el director había tomado ya una decisión. Dio un portazo al cine y se marchó para siempre: “Yo me retiré por dos razones: El cine ya no me quería y yo tampoco quería al cine ya.” –explicaba amargamente en el Festival de San Sebastián de 1992– “Era consciente de que nos estábamos aproximando a lo que hoy es el cine: películas de Stallone o Schwarzenegger, guerras intergalácticas, efectos especiales... Yo no quería ni sabía hacer ese tipo de películas porque todo en ellas son trucos de cámara.” Cinco meses después de pronunciar estas palabras el director fallecía, el 5 de febrero de 1993 en su casa de Nueva York, víctima de un ataque al corazón. Tenía 83 años.
Antonio Martínez
Lleva más de 30 años en la SER hablando de cine y de música. Primero en 'El cine de Lo que yo te diga',...
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