El desgaste del Estado de bienestar

Madrid

La brecha generacional, la emigración y la precariedad de los jóvenes, el aumento de la desigualdad, el colapso de la ciencia, los efectos de largo plazo de la burbuja inmobiliaria… Cuando empezamos hace dos meses la serie Memoria de Una Crisis  queríamos ver cuántas de las cicatrices que la crisis ha dejado se han cerrado. Y en todas estas entregas ha sobrevolado un tema de fondo: el desgaste que esta crisis tan larga y profunda ha supuesto para el Estado de bienestar. Y en especial para sus dos principales pilares: la sanidad y la educación. El gasto educativo con respecto a los máximos alcanzados en 2009 ha caído más de 6.000 millones de euros, hasta el 4,1% del PIB, nueve décimas menos que hace una década. Y en Sanidad estábamos en torno al 7% y ahora la última previsión que el Gobierno ha mandado para el 2018 a Bruselas es del 5,8%, a la cola de los países de nuestro entorno en inversión sanitaria.

Durante los años más duros de la crisis, los ajustes asumieron nombre de reformas y se multiplicaron las protestas contra las políticas que primaban la reducción del déficit público frente a cualquier otra prioridad. Protestas en formas de mareas. Hablamos con algunos de los protagonistas de aquellas movilizaciones para comentar los efectos a largo plazo de las medidas que se tomaron en la Gran Recesión. La crisis, dicen, sólo en parte influyó en cómo se hicieron los recortes.