Campeones de vida
Dudo que algún día pudiésemos colocar a los científicos en un nivel parecido al de un futbolista de élite, de un actor de éxito, incluso de algún bocazas que se gana la vida y la fama soltando barbaridades en la tele
undefinedPablo Palacios
Madrid
Por mucho que lo intentáramos, dudo que algún día pudiésemos colocar a los científicos en un nivel parecido… ¡pues qué sé yo! al de un futbolista de élite, de un actor –o una actriz– de éxito, o un youtuber, incluso de algún bocazas que se gana la vida y la fama soltando barbaridades en la tele. No, su reino –el de los científicos– su reino no es de este mundo; de este mundo que va tan deprisa y que rinde culto sobre todo al éxito, al poder y al dinero. No, lo suyo –lo de la ciencia– se mueve por otras vías; más discretas, menos visibles, porque es una lucha constante de prueba-error, y por lo tanto un camino lleno de fracasos.
Campeones de vida
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Pero, ¡ay, amigo! si se midiera en serio la repercusión que tiene la ciencia en nuestras vidas, igual alguien cambiaría de opinión. Ya no digo sólo de retorno económico, que también, porque de cada euro invertido en ciencia se consiguen dos; no, no, cuando digo repercusión me refiero a mejorar nuestras vidas. Y hoy tenemos dos ejemplos magníficos para confirmarlo. Primero: ¿saben lo que es la ELA, verdad? la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa terrible, contra la que no hay remedio. Bueno, pues el instituto de neurociencias de Alicante lleva veinte años investigando una terapia, están ya en la fase de ensayo clínico, o sea probarla con seres humanos.
Eso por un lado; y por otro, tenemos el caso de una epidemióloga colombiana, Nubia Muñoz, que ha ganado hoy el premio Fundación BBVA fronteras del conocimiento por sus trabajos para relacionar el virus del papiloma con el cáncer de cuello de útero, que mata a 250.000 mujeres cada año.
Su trabajo sirvió para el desarrollo de vacunas que han permitido afrontar un grave problema de salud pública, sobre todo en países en vías de desarrollo. Nubia Muñoz no es Shakira –por citar un ejemplo– ni el instituto de neurociencias de Alicante es el Real Madrid –por decir otro–, pero les aseguro que su trabajo, aunque menos conocido, es infinitamente más valioso. A ver si nadie se olvida de eso.