Cuidado con la hiperventilación

Ya saben aquello de Don Mendo y las siete y media, ese juego vil que el no llegar da dolor, más si te pasas es peor. Y eso está ocurriendo últimamente en la justicia española, algo desaforada en la petición de castigos, al hilo de unas leyes desaforadas hechas por los desaforados políticos que nos gobiernan. Por ahí anda la respuesta de los tribunales alemanes sobre Puigdemont, pero también alguna intervención de Naciones Unidas sobre los derechos políticos de los detenidos, amén de una cierta sensación, cada vez más extendida entre buena parte de la ciudadanía, de que los jueces utilizan la prisión preventiva con notable ligereza, léase Junqueras o Sánchez. Es verdad que esta circunstancia no se da en todos los casos, cierto, que por ahí tenemos a un exduque de nombre Iñaki, por dar alguna seña, que pasea sus reales con beatífico sosiego por las montañas suizas. Ayer mismo la Audiencia Nacional rebajó el ardor guerrero de la Fiscalía y limitó a un delito de desórdenes públicos la actuación de una miembro de los CDR catalanes, últimamente dedicados a sabotear carreteras, muy lejos de considerar esas acciones delitos de terrorismo. Convendría, para la buena marcha del país, que las togas se tomen algún Lexatín, Orfidal, Valium o el que les recete su médico de cabecera, que la hiperventilación es muy dañina para la salud.