Un juicio desbocado

Hablábamos el otro día de cuán nociva puede ser la desmesura, que solo logra retorcer la verdad hasta debilitarla. Se sustancian judicialmente ahora los sucesos de Alsasua de octubre de 2016, cuando un grupo de jóvenes agredió brutalmente a unos guardias civiles y sus parejas en un bar de esa localidad. La Fiscalía ha considerado terrorismo esos hechos y la petición de penas supera para alguno de ellos los 60 años de prisión. Lo decía Eduardo Madina ayer mismo en la SER: "Debe haber proporcionalidad en la Fiscalía que ahora pide 62 años de cárcel cuando en atentados de ETA pidió 20, incluido el mío". Para los miembros del comando que asesinó al inspector de policía Eduardo Puelles en 2009 se pidieron 45 años de cárcel.

Asesinato, repetimos. ¿60 años para Alsasua? Esa sobreactuación es mala, muy mala, porque empaña la realidad de unos hechos sin duda muy graves hasta convertirlos en una burda caricatura. Únase a ese exceso otro elemento perturbador que nunca, jamás, debió autorizarse. ¿Cómo es posible que la jueza Concepción Espejel, nuestra Concha para Dolores Cospedal, pueda formar parte del tribunal? Para quien no lo sepa, habrá que recordar que la jueza tan promocionada por el PP está casada con un coronel del mismo cuerpo que los agredidos. ¿Es mucho esperar que la esposa de un guardia civil, además de honesta, lo parezca?