Arcade Fire conquista Madrid por 'KO'
La banda canadiense hace un alarde de eclecticismo alternando éxitos con temas de 'Everything Now'
Madrid
La primera sorpresa de la noche llega con las luces encendidas. ¡El escenario es un cuadrilátero y está en medio de la pista! Una puesta en escena a la que el público indie no está muy acostumbrado. Pero esta noche toca Arcade Fire y, después de cinco discos tan buenos como Funeral, Neon Bible, The Suburbs, Reflektor y Everything Now, los de Montreal se han ganado a pulso el derecho de emular a Coldplay, Muse, U2 o lo que convenga. Se están aficionando a los juegos, además...
Las luces se apagan, suena la quinta sinfonía en do menor de Beethoven y, de repente, Win Butler, Régine Chassagne y compañía aparecen por una esquina del Wizink Center como si fueran boxeadores. De hecho, hasta hay un speaker que los presenta como "los reyes del indie" y "los ministros del pop"...
Pero en cuanto se hacen con sus intrumentos, la estética Pressing Catch deja paso a lo que todo el mundo espera ver y escuchar. Posiblemente en su último álbum no se han lucido tanto como en los anteriorres, pero el arranque de Everything Now activa ipso facto el karaoke colectivo.
A continuación, sin tregua para el subidón de adrenalina, otro peso pesado: Rebellion (Lies). Para muchos, la mejor canción de Arcade Fire. Un tema en el que los arreglos, la épica y la redondez pop del estribillo elevan el sonido indie —suponiendo que eso exista— hasta cotas muy difíciles de alcanzar.
El track list de la noche se ajusta bastante al de la lista de canciones de la gira Infinite Content que ellos mismos han compartido en Spotify y, de hecho, la base es la misma que la de su actuación en el Primavera Sound 2017.
Con Here Comes The Night Time apartan el pie del acelerador, pero la batucada final les conduce a la infalible No Cars Go, en cuya letra repiten que "al sitio al que vamos no llegan los coches". ¿Puede haber algo más épico que miles de personas coreando a la vez el in crecendo de este tema?
Régine Chassagne borda el falsete disco de Electric Blue y a continuación Win Butler le da la réplica con el pegadizo estribillo de Put Your Money On Me, un tema ilustrado con imaginería capitalista que, por cómo suena, bien podría ser de Abba.
Pero de nuevo abandonan su último disco para convertir el Wizink en un templo en el que rezar la canción que da título a su segundo álbum, Neon Bible, y luego acercarse al soul con la angustiosa My Body Is A Cage o darse un paseo por los orígenes del rock con Keep The Car Running y (Antichrist Television Blues).
Con el eclecticismo ya más que demostrado, Régine a la batería y el violín echando humo, vuelven a atacar la épica con Neighborhood #1 (Tunnels). Un arranca-para al que sigue la melancolía de The Suburbs y, sin cambiar de disco, la euforia guitarrera de Ready To Start y el rollo setentero —muy Blondie— de Sprawl II (Mountains Beyond Mountains), con coreografía incluida. ¡Dominan todos los golpes!
Para la parte final del concierto se reservan la rave discotequera de Reflektor y Afterlife, con las que ambos vocalistas se turnan para bajar del escenario y bailar entre el público. Pero faltaban los sintetizadores de uno de sus singles más recientes, Creature Comfort y, (casi) como colofón final, otra ración de épica con la infalible Neighborhood #3 (Power Out), esta con una guitarra ¡propia de Metallica!
Y tras esbozar su himno antiTrump, I Give You Power, un breve descansito interrumpido por tres bises que confirman que los reyes del indie han conquistado Madrid por KO porque, aun teniendo más hits en la recámara, optan por la delicadeza de una balada, We Don't Deserve Love, y el broche de Everything Now (continued), de nuevo con todo el pabellón en modo karaoke.
Pero había una canción que no podía faltar. La que acumula más de 50 millones de reproducciones en Spotify. La que todo el público coreaba ya antes de que empezara el concierto: Wake Up. Lo curioso es que, para después de la exquisita interpretación del tema y la magia del coro colectivo, había una sorpresa preparada: ¡la Preservation Hall Jazz Band alargando el estribillo casi hasta el infinito!
Solo un grupo como Arcade Fire puede empezar su concierto con Beethoven, acabar con una charanga de carnaval (de Nueva Orleans) y, por el camino, acercarse a la música disco, al rock clásico, a las baladas, a la electrónica, al pop de Abba y hasta al metal. Quieren el cinturón que les acredite como la gran banda del siglo XXI y, aunque entre los pesos pesados hay competencia, cada vez están más cerca.
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...