Unidos por la dedocracia

Madrid

Me imagino que ya saben que Democracia es una palabra de origen griego, viene de “demos” y de “kratia”; significa gobierno del pueblo. Y luego están un montón de derivadas; Gerontocracia, por ejemplo, es el poder en manos de los más veteranos, de los ancianos. Luego está la Plutocracia, donde los que mandan son los más ricos; la Cleptocracia, que sería como un gobierno de ladrones, supongo que todo nos suena más o menos, pero hoy, al menos en los dos territorios más potentes de España, hoy estamos atrapados por la ¡dedocracia!

Mariano Rajoy acaba de designar a Ángel Garrido como candidato para convertirse en presidente de la Comunidad de Madrid. Y Carles Puigdemont continúa deshojando la margarita en Berlín, con la pantomima de una posible investidura telemática, que sabe perfectamente que no saldrá, a la espera de decidir él quién le sustituye en Catalunya como presidente de la Generalitat. Son dos casos muy distintos, ya lo sé, pero con ese punto en común del liderazgo convertido casi en mesianismo. Y con algo más en común: que estamos frente a los dos principales responsables del mayor estropicio que ha vivido este país en muchos años.

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Uno por su inacción, el otro por su atrevimiento; uno por quedarse corto, el otro por pasarse seis pueblos. Y sin embargo ahí siguen, con un run-run constante de crítica interna, de crítica soterrada entre los suyos, pero que casi nadie se atreve a hacer pública. A Rajoy no hay quien le tosa desde hace años en el partido popular; en cuanto a Puigdemont, si alguien le cuestiona es tachado automáticamente de traidor y vendepatrias.

Resumiendo: que el día que Rajoy y Puigdemont desaparezcan de la primera línea política, creo que mucha gente va a respirar aliviada. Porque la democracia tiene imperfecciones, sin duda; pero la dedocracia es letal. Y a veces, incluso ridícula.