Cannes: El miedo que alimenta la extrema derecha
El italiano Matteo Garrone presenta 'Dogman', un western en el sur de italia sobre el miedo, el poder y la animalidad con un soberbio protagonista
Cannes
El Festival de Cannes no es ajeno a la convulsa actualidad política. Lo hemos visto en la mayoría de las películas en competición, aunque quizá la más obvia en este sentido fue Blackkklansman, de Spike Lee, quien, por si alguien no se había enterado, comenzó la rueda de prensa con una arenga contra Trump, el racismo y el resurgimiento de la extrema derecha en todo el mundo. Matteo Garrone repite denuncia en Dogman, una historia de venganza que puede leerse como la metáfora del auge de la extrema derecha en Italia.
El director de Gomorra vuelve al sur italiano y al realismo sucio. A las playas empobrecidas, a las construcciones vacías y en obras paralizadas, quizá por un Pocero a la italiana que decidió construir a mansalva en los paisajes embarrados, ocres y marrones. Y allí conviven humanos, bestias y perros. Entre ellos, Marcello, un cuidador de perros del que todos se aprovechan y su amigo, un bruto, enganchado a la cocaína. "Es una película sobre la violencia, pero una violencia psicológica, no tanto sanguinolenta. El que quiera ver esta película pensando que tiene un punto morboso, no lo va a encontrar", decía Garrone, que ha construido la relación de una víctima con su maltratador.
El personaje obedece por miedo, como todos. Una alegoría de la sociedad que se mueve por miedo, al jefe, a los poderosos, al fuerte, al rico, al cacique, al mafioso, a todo poder que suele ser masculino. "El miedo es central en esta historia y cómo la violencia aparece. Los personajes tienen la necesidad de mimetizarse, de ser como los demás y estar con los demás. Es un tema actual. Habla de nuestro país , pero esperamos que sea universal", reconocía Garrone que evitaba grandes declaraciones políticas.
El director de El cuento de los cuentos ha creado aquí un wéstern, un espacio cercado por las fronteras, con un personaje magistralmente construido. Es una víctima del sistema violento en el que vive que se acaba transformando en monstruo, pero al que siempre le queda la humanidad. "No creo que Marcelo sea un justiciero, ni un vengador solitario, es una persona que quiere justicia, de una manera casi infantil. No hay premeditación. Quiere ser reconocido y respetado por los otros, no quiere nada más", explicaba el director italiano.
"Es como una flor de loto que crece en el fango, pero siempre es blanco, se ensucia un poco, pero sigue. Es una persona que sobrevive, que quiere seguridad", añadía el actor protagonista, el italiano Marcello Fonte, que muestra ante la cámara toda una paleta de emociones, en una de las mejores actuaciones masculinas del festival, junto con Andrew Gardfield y Javier Bardem. Lo más duro de este thriller amargo es que Marcello es cualquiera de nosotros. "Somos cualquiera en un atasco de tráfico. La violencia puede contagiarte de un momento a otro", sentenciaba Garrone, que reconocía el componente político de su historia. "No lo he buscado, quería una reflexión más metafísica, pero está ahí el contexto actual". Un contexto que lleva tiempo amenazando a Francia, que está en Hungría y que ha llegado al sur, a España e Italia.