La inflamación del PP
Tiene razón Pablo Casado cuando dice que un partido que no entusiasma ni a los suyos cómo va a pedir el voto a los demás. Pero los seis candidatos deberían reflexionar sobre un partido en el que todo parecía hinchado, las cuentas, los curriculums y el censo
Buenos días. 66 mil afiliados van a decidir en primera vuelta al presidente o presidenta del PP. Un partido que hace 7 años obtuvo once millones de votos y hace dos, casi ocho millones.
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O sus bases se han desmoronado directamente y han caído en el desánimo, o tenían un censo tan hinchado que no ha resistido la prueba del algodón de las primarias. 66 mil inscritos representan el 7,6% del censo que el PP asegura tener pero que nunca ha enseñado. 66 mil personas y ahí se incluyen todos los cargos públicos, grandes o pequeños, de un partido que gobierna todavía en muchas instituciones.
En menos de un mes, el partido todopoderoso en cuyos dominios no se ponía el sol, se enfrenta a su tamaño real, sin un jefe que lo decida todo todo y con un modelo de primarias a doble vuelta que los somete al estrés añadido de que los inscritos puedan votar a un candidato y los compromisarios al Congreso voten 15 días después a otro.
Tiene razón Pablo Casado, al que entrevistaremos enseguida, cuando dice que un partido que no entusiasma ni a los suyos tiene difícil pedir el voto a los demás. Pero al propio Casado y al resto de candidatos les toca hacer la reflexión ante los suyos sobre un partido en el que todo parecía hinchado, las cuentas, los curriculums y ahora el censo.
Es fácil imaginar el desconcierto del electorado del centro derecha español en busca de referencias cuando en poco más de un mes se ha pinchado una burbuja de la que sale un Ciudadanos desdibujado y un PP en busca de autor.
