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Isaki Lacuesta logra su segunda Concha de Oro con 'Entre dos aguas'

El director catalán logra su segundo premio en el Festival de Cine de San Sebastián con una mirada casi documental a la perpetuación de la pobreza en una de las zonas más pobres de España en una gala tremendamente política y reivindicativa

Director Isaki Lacuesta speaks after receiving the Concha de Oro (Golden Shell) for Best Film, for the film Entre Dos Aguas (Between Two Waters) at the San Sebastian Film Festival, Spain, September 29 / VINCENT WEST REUTERS

San Sebastián

Isaki Lacuesta se ha quitado el mal sabor de boca que se llevó del Festival de San Sebastián en 2011. Entonces ganó la Concha de Oro con Los pasos dobles, un premio que no gustó nada a la crítica que abucheó al cineasta en la rueda de prensa posterior a la entrega de premios. Ahora todo ha sido diferente. Entre dos aguas ha sido muy bien recibida por la prensa aquí en San Sebastián y su premio muy aplaudido. Esta reconciliación supone además para el director catalán entrar en la lista de los realizadores que han hecho doblete: Imanol Uribe (Bwana y Días contados), Coppola (La ley de la calle y Rain People), Arturo Ripstein (Principio y fin y La perdición de los hombres) y Bahman Ghobadi (Half moon y Las tortugas también vuelan) y Manuel Gutiérrez Aragón (La mitad del cielo, Demonios en el jardín).

Entre dos aguas es el Boyhood español. Una cinta casi documental con la que Lacuesta ha vuelto a los personajes que encontró en La leyenda del tiempo, película que rodó en 2006. Ahora vuelve a acercarnos a esos dos hermanos, gitanos, que ya no son niños y que tienen el mismo futuro incierto que tenían hace doce años. "La película busca transmitir una gran veracidad, que parezca que no hay guion y que lo que ocurre es real", explica el realizador. Es un retrato social, de la España más olvidada y pobre, la bahía de San Fernando en Cádiz, que Lacuesta capta con maestría y con una mirada crítica a la perpetuación y al estigma de la pobreza, en un país donde uno de cada tres niños es pobre.

El segundo premio ha sido también para otra película con denuncia social. El filipino, Brillante Mendoza, director festiavalero donde los haya, ha ganado el Premio Especial del Jurado con Alpha, the right to kill. Un thriller con trasfondo político, sobre la corrupción en la lucha contra la droga en Filipinas. El jurado, presidido por el director norteamericano Alexander Payne, ha preferido, tanto con la Concha de Oro como con este galardón, reforzar películas con mensaje social, en lugar de apostar por miradas más radicales, como hubieran sido In fabric, de Peter Strickland o High life, la cinta de ciencia ficción de Claire Dennis.

Otro thriller y también con lectura política es Rojo, del argentino Benjamin Naishtat, que ha ganado la Concha de Plata a la mejor dirección. Ambientado en el año 75, clave en la implantación de la dictadura argentina, el director se monta una cinta que funciona a dos niveles, en el plano del thriller sobre desapariciones y asesinatos, y en el plano político mostrando la connivencia de la sociedad civil con el golpe militar. Rojo tiene muchas similitudes con La isla mínima, la cinta de Alberto Rodríguez, no solo por la lectura crítica con el pasado; sino también, por el clima atmosférico y la fotografía. “El mundo va un poco mal, a mí me toca hablar de la situación de la cultura en Argentina, el Ministerio de Cultura ha cerrado y eso es una de las cosas que estamos sufriendo por los improvisados que manejan la política del cine”, decía el director. “La cultura dignifica, es parte de la dignidad de un pueblo y la dignidad no se negocia”.

Rojo ha ganado otros dos premios, mejor fotografía para Pedro Sotero, que le ha dedicado el premio a Lula, preso político en Brasil, y el de mejor actor, para Darío Grandinetti.Rojo es una película que habla de un momento muy especial en Argentina, que luego fue una tragedia para mi país y muchos países vecinos en Latinoamérica. El director no había nacido cuando ocurrió , pero decidió contar esa historia. Es una síntesis de lo que debe ser refrescar o recuperar memoria. Esta película advierte sobre cualquier cosa que se puede preparar en estos momentos donde la derecha y el fascismo han vuelto a crecer en el mundo”, decía el actor de películas como Hable con ella.

El cine español tenía esperanzas también en los premios interpretativos. Uno de los favoritos era Antonio de la Torre por el thriller sobre la corrupción del PP, El reino, pero finalmente se ha ido de vacío. Tampoco Eva Llorach ha ganado la Concha de Plata, pese a que había sorprendido con su papel en Quién te cantará, de Carlos Vermut. Ha ganado la noruega Pia Tjelta, protagonista de Blind Spot, la cinta de la directora, Tuva Novotny, que se centra en las dificultades de una madre para entender la crisis de su hija adolescente, cuando la tragedia golpea a toda la familia.

En todo palmarés suele haber un ex aequo, que permite al jurado complacer a más películas. Eso ha ocurrido en la categoría de mejor guion. Paul Laverty, el guionista habitual de Ken Loach, ha ganado por Yuli, la película de Icíar Bollaín sobre la vida del cubano Carlos Acosta, el primer bailarín negro que llegó al Royal Ballet de Londres. Un texto complejo que compagina la historia personal de un niño que no quería bailar, con la historia de cuba reciente. Temas como la esclavitud, la falsa idea de superación, o cómo el contexto político y social marca a una familia entera, emergen de una cinta emotiva y clásica. Laverty ha tenido un discurso muy duro contra el bloqueo económico de Estados Unidos y de Israel a la isla, países a los que ha calificado de dos expertos en castigo colectivo, dos matones sinvergüenzas.

El otro ganador ha sido el veterano Jean-Claude Carrière, guionista de Buñuel, que ha firmado a medias el guion de L’homme fidèle (el hombre fiel), junto a Louis Garrel que dirige y protagoniza una historia rematadamente francesa, de amores, desamores, tríos e infidelidades, bastante machirula. Garrel también ha tenido discurso político, le ha dedicado el premio al cineasta ucraniano Oleg Sentsov, en prisión en Rusia más de cien días.

El cine español gana la Concha de Oro y también el premio de la prensa, el Feroz Zinemaldia. Carlos Vermut se ha llevado este galardón por Quién te cantará, el drama de una cantante en horas bajas y el encuentro con una fan que la imita. También es buena noticia para nuestro cine, el premio de la juventud, que elige el jurado joven de San Sebastián. Lo ha ganado una directora española, la debutante Celia Rico con el drama intimista Viaje al cuarto de una madre, protagonizado por Anna Castillo y Lola Dueñas, que ha recibido también una mención especial del jurado de la sección Nuevos directores. Un último premio español, el de Un día más con vida, premio del público, de Raúl de la Fuente y Damian Nenow. Una cinta de animación basado en el libro del periodista Ryszard Kapuściński.

 
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