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El viejo, el mar y el mito del amor romántico

Ellas apenas aparecen en esta obra de Hemingway. Aunque el libro asiente una sospecha: el océano representa a la mujer

Hemingway firmó 'El viejo y el mar' en 1951. Fue su última obra publicada en vida. / ARCHIVO

Madrid

El viejo y el mar, firmado por Ernest Hemingway en 1951, fue su último trabajo publicado en vida. Quizá esto guarde cierta relación con su trama: Santiago, un pescado anciano, y tras un tiempo sin pescar, sale al mar a buscar un pez gigante, el pez de su vida. En parte, quién sabe, pueda representar al autor que busca su gran obra maestra antes de morir. Sobre la novela ambientada en Cuba han conversado Macarena Berlín y Fran Pastor, en las noches de Los muchos libros.

"El pez representa el desengaño tras ese amor que el pescador siempre quiso conquistar"

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Santiago sale al mar, en principio, para salir de la pobreza, tras 84 días sin pescar. Pero con ese pescado gigante que logra cazar no traerá comida. El pez espada al que ha dado muerte es tan grande que solo puede llevarlo a tierra atado a su barca. Y así, los tiburones se lo van comiendo, hasta no dejar nada de él, durante el camino de vuelta. Por ello, quizá encontremos aquí una crítica al viaje del héroe. "Lo siento, pez. Todo se ha echado a perder", cuenta este Odiseo que, en su periplo en solitario, acaba hablando con las aves, con las partes de su cuerpo y hasta con Dios.

Quién sabe si el paso atrás del viejo es, en parte, el paso atrás de Hemingway y su afición a la tauromaquia. Porque Santiago vuelve arrepentido y tras descubrir que nada de heroico hay en su lucha contra el animal: y, en cambio, sus paisanos admiran el espinazo gigante, ya desprovisto de carne, que el pescador ha remolcado hasta la orilla. Derrotado, en parte, por el mar, el anciano repasa su vida, en la que nunca se menciona el amor. La mujer aparece en contadas ocasiones en el trabajo. La primera de ellas, en una reflexión sobre si el océano es hombre o mujer. El mar, como dicen los jóvenes, o la mar, como dice Santiago. 

Y si la mar es la mujer, ¿qué ha hecho a lo largo del libro Santiago, tratando de capturar un pez gigante en lo más profundo del océano? Aunque él menta y una vez su pasado, nunca habla de ningún amante. Quizá el pez no es la gran obra maestra, pues, del artista que va a morir. Sino el amor que no ha conquistado hasta entonces, y que el pescador quiere conocer en los últimos pasos de su vida. Un amor que, como el espinazo atado a la barca, queda en nada al volver a tierra.

 
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