Un amigo canalla

Madrid

Quién no ha tenido un amigo canalla, ese al que le perdonamos lo que no le perdonaríamos a nadie. Arabia Saudí es uno de esos amigos. Le perdonamos que tratase a las mujeres como subhumanos, que financiase por el mundo las peores formas de islamismo radical, que bombardearse niños yemeníes. Tanto le perdonamos que a eso nunca le hemos llamado dictadura, solo monarquía, como si fuese Suecia o Dinamarca. Y allí hemos enviado a nuestros jefes de Estado y a nuestros emprendedores, felices del gran ambiente para los negocios creado por la camarilla real saudí.

Es de imaginar que en Riad estén ahora perplejos porque Occidente se haya escandalizado el saber que la Monarquía arábiga hace cosas como descuartizar periodistas. ¡Quién lo iba a imaginar! En España el escándalo es relativo porque aquí los saudíes han hecho una jugada maestra: antes llenaban bolsillos de altos vuelos, ahora han tomado rehenes: son miles de obreros sin otra perspectiva que hacer barcos de guerra para esa dictadura. Perdón, monarquía.