De nuevo, al borde del precipicio

Madrid

Estos días mucha gente se pregunta si estamos mejor o peor que hace un año con la cuestión catalana. Y no es fácil dar la respuesta, porque nos hemos visto tantas veces al borde del abismo que el hecho de no haber caído ya supone un alivio.

Pero se están dando una serie de circunstancias que nos hacen rodar de nuevo hasta el borde del precipicio: la deriva del president Torra y, detrás, el partido que lo sustenta, cuyos hilos se mueven desde Waterloo; la presión de la derecha, a la que desde hace una semana sumamos a VOX, para que Pedro Sánchez aplique la mano dura en Catalunya en forma de un 155 más duro que el anterior; y el miedo d'Esquerra a decir en voz alta lo que dicen en voz baja porque la lucha por la hegemonía de los independentistas está siendo salvaje.

Los presos en huelga de hambre como forma de presión a Esquerra, cuyos presos no se han sumado, las declaraciones rupturistas del president Torra y su gobierno que hacen el diálogo inviable, ni siquiera hacen posible el apoyo a los presupuestos que le darían un respiro a Pedro Sánchez.

Por eso me pregunto si el independentismo, o al menos el independentismo que representa Torra, quiere dialogar. Porque si realmente lo quiere debería intentar que el PSOE tuviera la tranquilidad suficiente para gobernar, porque, si no dialogan con la izquierda ¿con quién piensan hacerlo? ¿Con la derecha que lleva pidiendo un 155 preventivo desde hace meses, con la derecha que vive muy bien instalada en la confrontación porque le da votos?

Se cruzan tantos elementos, tantos intereses, se miran tantas encuestas, se quieren evitar tantas acusaciones que, la verdad, no tengo ni idea de cómo se puede salir de aquí.

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