Recordar el peor día de tu vida durante 40 años es masoquismo

Ser una de las personas más poderosas del siglo XIX y probablemente la monarca más influyente de todo el planeta sin duda debía tener sus ventajas, pero eso no quita para que, hace 157 años, la reina Victoria se sintiese como la persona más desgraciada del mundo. ¿Y por qué? Porque el 14 de diciembre de 1861 se murió su gran amor, su marido el príncipe Alberto. Tenía sólo 42 años.

Victoria y Alberto llevaban 21 años casados y según todos los testimonios, la reina y emperatriz estuvo enamoradísima de su marido desde el primer hasta el último día. Y me refiero al último día de ella, porque si bien sobrevivió a su esposo durante 40 años, nunca dejó de llevar luto por él y exigió que sus aposentos en todos sus palacios se conservaran exactamente como él los dejó, y que los sirvientes llevasen ahí cada día aguanta caliente y toallas cada mañana, como si siguiese vivo.

Y pese a que él había pedido que no lo hiciera, la reina erigió varios monumentos y edificios en su memoria, hasta el punto de que Charles Dickens, el escritor, llegó a exclamar que “haría falta vivir en una cueva para no encontrarse con su recuerdo”. Entre los más destacados que podemos seguir viendo están el auditorio del Royal Albert Hall y el memorial que tiene justo enfrente, en los jardines de Kensington.

Así que piensa que si bien es cierto que no estás gobernando medio mundo, tampoco tienes por delante 40 años de luto sembrando tu país de estatuas.

SI TE HAS QUEDADO CON GANAS DE MÁS