La peor manera de solucionar una disputa familiar

Ahora que te queda menos de una semana para reunirte con tu familia, es un buen momento para recordar lo buena que es la virtud de la paciencia, particularmente aplicada a esas personas con las que compartes o compartías hogar. Cuando falta paciencia, puedes acabar como nuestros protagonistas de hoy.

Cuando el emperador Septimio Severo murió en febrero de 211, le dejó a su mujer, la emperatriz Julia Domna, un panorama bastante divertido. Septimio había tenido la feliz idea de dejar el imperio en manos de sus dos hijos, Antonino y Geta. Pero el primero, más conocido como Caracalla, le tenía más manía a su hermano que a cenar verduras. Una manía que se convirtió en odio furibundo cuando le pareció ver que el pueblo romano le tenía más cariño a Geta que a él.

Así que el 19 de diciembre le dijo a su madre que llamara a Geta para que pudiesen solucionar sus diferencias. Y, en cierta forma, las solucionó, porque solo había querido ver a su hermano para apuñalarlo hasta la muerte mientras este estaba en brazos de su madre. Para acabar de arruinarle el día a Julia Domna, le exigió que se mostrase alegre y que celebrase con él la prematura defunción de su hermano.

Así que, cuando llegue ese momento de la comida de Navidad en el que tu madre se lamenta de la familia que le ha tocado en suertes, le recuerdas que al menos no eres un Caracalla.

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